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 <El Comentario de la Semana > Por Kim Pérez
                                                       "EXTRASEXUALES"

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¡Es el no-binarismo lo que me permite ver la variedad de personas que estamos en este sistema de sexogénero!

Lo contrario, el binarismo, que es ideológico, que no corresponde a la realidad, nos repite una vez y otra, hace milenios, monótonamente, “hay hombres y mujeres y punto”.  Basta quitarse las lentes de color binarista para ver lo que por otra parte hemos visto siempre sin fijarnos: hay intersex, por lo menos. Hay más que esos “hombres y mujeres”.

Yo he tenido casi toda mi vida, como todos, las gafas de color binarista puestas. En consecuencia, he tenido una vida extraordinaria, desde el punto de vista mayoritario, aunque estoy segura de que bastante común entre nosotras, las visitantes de esta página. He sido varón, y no he podido ser varón; he querido ser mujer, y no he podido ser mujer. Me he sentido binaristamente perdida. No me arrepentía, sentía bienestar, ¿pero dónde estaba yo? ¿Qué era?

El binarismo no tenía respuesta para mí. Ya sabemos, “existen hombres y mujeres y punto”. ¿Y yo? ¿Dónde me meto?

Poco a poco, la negación del binarismo, el no-binarismo se fue asentando en mi pensamiento, aunque las vueltas de lo antiguo me velaban la visión una y otra vez. Al fin y al cabo, no tenía nadie con quien hablar de esto, y lo que no se puede decir parece que no existe. Lo primero que me dije fue “más o menos”, hace diez años, antes de saber que ésta es la esencia de la lógica no-binaria. “Soy más o menos mujer”; no es que me convenciera mucho.

Un alto. Sé que hay compañeras y compañeros que dicen con la boca y el alma llenas “Soy mujer” o “soy varón”.   No hablo de ellas ni de ellos; hablan con el alma y tienen derecho a decirlo, porque ya sabemos que el cerebro es el primer órgano sexual.

Sigo. Pero es que estamos otras personas que no somos ni hombres ni mujeres ni bios ni trans, ni transexual ni intersex. Quizá sentís el mismo grado de confusión que yo he sentido. Quizá, algunas, a fuerza de analizaros, descubrís,  como yo he descubierto, una serie de matices en vuestra historia, en vuestra sensibilidad, en vuestras reacciones, en vuestra sexualidad, que no acaban de encajar con ninguno de los esquemas establecidos, hasta el punto de que, con mucho esfuerzo, acabarías por tener que inventar una nueva categoría, y esta categoría acabaría por ser personal.

Pues, lo primero: todo esto es no-binarismo puro, se ve gracias a la visión no-binarista general, gracias a que nos hemos quitado las gafas sí-binaristas que hemos llevado tanto tiempo (No existen las gafas no-binaristas: lo que vemos es lo natural)

Pero el no-binarismo, que lo que hace es aceptar que las personas que existimos seamos de mil maneras, es compatible con los conceptos que podamos formarnos de los seres humanos, sólo que serán muchos conceptos, y no sólo dos.

¿Y qué conceptos usamos para nosotros, los más raros, los que digo que no aceptamos los de hombre, ni mujer, ni intersex, y aceptamos con reservas el de trans?

Yo he encontrado el mío particular. Me sería muy difícil encontrar a personas que se ajustaran bastante parecidamente a lo que soy, a lo que he vivido, etcétera. Seríamos tan pocas, que no vale la pena definirnos de mutuo acuerdo con una palabra.

En nuestra experiencia, en el de muchas personas más o menos parecidas a mí, quizá muy distintas, pero parecidas en algunos puntos importantísimos, he encontrado una pista. Una frase que solemos decir, tal cual: “Yo ante todo soy persona”.

Esta frase sola cambia la perspectiva. Deja de preocuparse por cosas menos importantes. Se centra en otras más importantes o mejor dicho, las más importantes.

Quiere decir, en cuestiones de sexogénero: “No me dejo definir por ninguna categoría establecida por código de género alguno, ni tradicional, ni moderno, ni postmoderno. Soy primero una persona, y después ya veremos la clase de sexogénero a la que más o menos me parezco, con la que estén más o menos mis afinidades”.

Yo nos llamo extrasexuales, somos personas que estamos fuera del sistema de los sexos, y hasta pasamos de él. Extrasexuales no quiere decir por supuesto supersexuales, superactivas sexualmente,  extra tiene aquí su significado originario de “fuera”, quiere decir que estamos fuera de cualquier código de género, porque éstos empiezan siempre por el primer requisito, la definición, y nosotras no podemos o no queremos definirnos.

No me gustan las definiciones excluyentes, tajantes, binarias, de sí o no. Lo que más me duele de las definiciones de sexogénero es que las personas clasificadas como hombres se vean obligados a actuar de una manera y las clasificadas como mujeres de otra. Me duele, no acepto verme obligado a elegir uno de los lados y perderme el otro; una mitad de la vida, nada más que una mitad.

Que definirse sea cerrarse unas puertas, como me dice un muchacho a quien he conocido.

Otra cosa, aunque parezca lo mismo, es que me agobia la manera humana de encerrar a los llamados hombres y mujeres por separado. Me dolía, me dolía mucho de verdad porque en cualquiera de los casos me ponían donde yo no quería estar. Por eso me agobiaba, más allá de lo imaginable, que los otros supusieran que yo era como no era y que tenía que estar en el lado de los varones, porque mi cuerpo era como era!  O en el lado de las mujeres!

A casi todos les encanta ponerse en uno de los lados, desde pequeños, “los niños con los niños y las niñas con las niñas”, y luego desearse desde ese lado, claramente desde ese lado, desearse mucho y juntarse poco,  y reunirse, “los hombres con los hombres y las mujeres con las mujeres”, y contarse sus batallas en el otro lado; estará bien, si eso es lo que prefiere la mayoría. ¡Excelencias del fútbol! ¡Excelencias de las reuniones de “tapabuey”, como dice mi madre!

No digo que todo eso no sea bueno. A lo mejor en el manual de funcionamiento de la especie humana dice, en la página 15, que debe haber distanciamiento entre los polos para que salte la electricidad, y eso, sin haberlo leído, lo saben todos. Los muchachos y las muchachas (ahora no digo muchaches) que están toda la semana juntos en el instituto con sus chándales unisex, hay que ver cómo se arreglan y se diferencian para ligar los viernes.

Yo no; yo (el burro delante porque estoy hablando de algo que siento yo) y la gente que dice cosas que demuestran que son como yo, no hacemos esas cosas. No digo que seamos mejores, pero somos distintos.

Yo pienso que, si nos vemos sobre todo como personas, es que nos vemos como seres pensantes y sintientes, y también podemos ver a los demás sobre todo como personas que piensan y sienten.

Las personas pueden ser cariñosas, generosas, amables, comprensivas, sean hombres o mujeres u otra cosa.

También pueden ser egocéntricas, duras, insensibles, crueles, soberbias, machacadoras, sean hombres o mujeres u otra cosa.

O también ni fu ni fa, sean hombres, mujeres u otra cosa.

Es decir, que para lo que nos importa, primero somos personas, y luego hombres, mujeres u otra cosa.

Si esto es lo que valoras, y en este orden, no estás dentro del orden binarista, y de sus simplificaciones, que antes decían que los hombres eran lo bueno y las mujeres lo malo, y ahora al contrario.

Por eso, basta con decir esto para estar fuera del código binarista de género, del antiguo y del moderno y del postmoderno, y para ser en efecto  extrasexual.

Y sabiendo que lo que más valoras es ser persona (pensante y sintiente) lo demás, que viene detrás, es muy variado. Puedes considerarte hombre y estar a gusto, y subir al estadio cuando toque, o ser mujer, y estar a gusto, y leerte una de esas revistas para mujeres que siguen existiendo, señal de que son necesarias, u otra cosa, y hacer lo que te apetezca (a mí, leer y escribir) y encontrar tu felicidad con mujeres, con hombres o con otras personas.

Esto es la extrasexualidad. Ser persona, ver a los demás como personas, hombres sensibles, mujeres inteligentes y sólidas, o al revés, o lo que sea con los que somos otra cosa, y pasar por la vida, y contar los que han sido tus amigos, tus amigas o tus amigues (ahora sí)  a algunos de los cuales habrás amado apasionadamente.

Extrasexual. Estar fuera de los códigos de género, estar por encima, en el lugar en que se es humano.

Y entonces se resuelve el viejo enigma: ¿Cuál es la forma humana, puesto que hay dos modelos físicos básicos, el de hombre y el de mujer? (Dimorfismo sexual se llama esto)

Y se ve. La forma humana no es física, es espiritual. La ven no los ojos del cuerpo, sino los de la mente. Es ser capaz de pensar y sentir. Es una manera de ser, de pensar y sentir, que se puede admirar o querer, o temer o aborrecer. Pero siempre pensante y sintiente.

Ser humano es pensar y sentir. Ser consciente. Consciente para bien o para mal. Ser consciente.

Ser amado o temido porque sabe lo que hace.

Un caballo no necesita que la yegua tenga una forma diferente para desearla. Le basta con el aroma.

Una persona no necesita que la otra persona que ve tenga una forma distinta para quererla o para temerla: le basta con su manera de ser. Y ésta es independiente del sexo.

Kim Pérez 19-04-2010  Comenta esta noticia ( indica en el titulo)

 
   
 
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