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Son las primeras horas de la siesta y el silencio se respeta
en el barrio Independencia, límite entre Laferrere y González
Catán, en La Matanza. Noelia ya se encargó de levantar a sus
tres hijos - Gastón (13), Victoria (10) y Agustín (7)-
hacerles el desayuno y el almuerzo, bañarlos, correrlos con la
tarea y dejarlos en el colegio. En un respiro de su rutina
diaria, y mientras prepara unos mates, recibió a 24CON.
24Com-.
Apenas se prende el grabador, Noelia recita, casi como un
discurso, su presentación. Cuenta que es transexual, que tiene
40 años, que es presidenta de MISER (Movimiento integración
sexual, étnica y religiosa) y que su militancia nació de la
mano de su rol de madre. Sabe que es por eso que la visitamos
y se apura a contar como formó su familia.
“Yo estaba en pareja desde hacía muchos años, en una relación
que actualmente se terminó y empecé a tener ese instinto
maternal de sentir un vacío en mi vida. Y fue el nacimiento de
mi hija, Victoria de los Ángeles, lo que me llevó a querer
pelear por tener acceso al trabajo formal, la salud y la
educación para ella”, explicó.
La madre biológica, embarazada por entonces de 7 meses, se le
acercó y le dijo que no quería tener a ese hijo que esperaba.
Noelia se hizo cargo, la acompañó los últimos meses de
embarazo y aceptó reconocerla ante la ley como hija propia.
Para la justicia, Noelia es el padre biológico. Para su
corazón, es mucho más que eso.
Primer instante
“Yo acompañe el embarazo, participé del parto y cuando salió
del vientre, llena de baba y de sangre, me la dieron. Victoria
no es mi hija adoptiva, es mi hija del alma. Vos la ves y
tiene hasta los rasgos parecidos a mí”, aseguró. Y un año
después, la situación se repitió, pero esta vez con el hermano
mayor.
“Otra vez se me acercó esta mujer decirme que no podía tener a
Gastón, que en ese momento tenía tres años”. Noelia no lo dudó
y también se hizo cargo del chico, cuya adaptación fue como
otro parto. Sin embargo, asegura que tiene contacto con su
madre biológica y que será decisión de ellos, cuando crezcan,
buscar e ir a ver a la mujer que los llevó en el vientre.
Más allá de los prejuicios, a Noelia no le molestan los
rótulos de la sociedad. “Yo desde los 15 años adopté mi
corporalidad femenina y estas cosas legales lo único que
muestran es que es fundamental la ley de identidad de género,
por mí y por mis hijos. Hoy por hoy no me ofende la palabra
travesti, ni transexual ni trans para catalogarme, sé que soy
una mujer y una mamá como todas las mamas con las que charlo
cuando busco a los chicos en el colegio”.
No hay dos sin tres
Pero todavía quedaba una prueba más a su amor de madre. Le
tocó atravesarla en el año 2004 y se llama Agustín. “A él lo
trajo la cigüeña. Después de una entrevista con Juan Castro,
en donde mostraba mi vida, llegó una persona con un bebé, una
bolsita de ropa, una mamadera y documentos. Me dijo ‘mejor que
con ustedes no va a estar’. Y la cigüeña lo dejó. Fue el
destino que me dijo ‘a ver si es verdad que querés ser mamá’”,
recordó.
Desde entonces, su vida se transformó en una lucha por sus
hijos. “A mi me los dio la vida, no son un polvo que se me
escapó o un aborto que no llegó a tiempo, llegaron a mi vida
para llenarla de luz. Es la diferencia entre una persona que
decide dejarlos en la vida a una mamá travesti que decirle
tenerlos porque las vida se los dio”, definió.
Pero todavía quedaban escollos. “El momento más duro fue
cuando se terminó mi relación de pareja. Siempre es duro
cuando tienen fiebre, o los ves triste y no sabés por qué,
pero después de eso tuve que ser Mamá, Papá, contenedor, todo.
Los vi crecer de golpe. No me da vergüenza ser una mamá
travesti o una mamá sola. Soy mamá, papá y el sustento de mi
casa y de mis hijos, porque yo se que ellos son los únicos que
no me van a abandonar en la vida”.
Mamá se hace
Con la paciencia que sólo puede tener una madre, superó esto y
las curiosidades de la infancia. “En su momento atravesé las
preguntas tipo ‘Mamá, mamá, ¿por qué yo no nací de tu panza?’,
o ‘Mamá, mamá,¿ por qué en tu documento dice un nombre y tenés
otro?’. Y la respuesta fue la natural, mamá no tiene pochola,
no nació con vagina y no puede tener hijos”, rememoró. Y
afirma que ya se siente preparada para las nuevas preguntas
que tendrán como preadolescentes, y hasta para cuando empiecen
a venir con novios.
Mientras tanto, se conforma con que su experiencia sirva para
alejar algunos temores sobre la crianza de chicos en familias
alejadas del modelo tradicional de padre y madre
heterosexuales. “La gente debe pensar que la persona gay hace
apología de la sexualidad. Pero esto es algo cultural. Yo veo
un avance, se dejó de ridiculizar a los travestis desde los
medios, se cambió mucho. Pero todavía falta reconocimiento en
los transexuales. El matrimonio es igualitario sólo para gays
y lesbianas. Pero los trans no estamos. Y somos los primeros
en formar familia”, asegura.
Y se animá a poner en palabras su experiencia de madre: “Una
travesti no nace mamá, se hace mamá. El sentimiento existe
siempre, aunque lo que se desarrolla es el rol maternal. En mi
caso es lo más importante que me tocó en la vida, yo quiero
que ellos, el día de mañana, sientan que su mamá no fue
diferente, sino que cumplió el rol de mamá como cualquier
otra”, explica. Y se emociona. Como se emocionan las madres.
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C.
A. 19-10-2010
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