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El paso definitivo de Sonia
Una transexual narra su proceso de cambio tras dos décadas de
miedo a la incomprensión - "Me siento mujer y quiero serlo"
País-.
Sonia Bañeza pide tiempo para retocarse el maquillaje antes de
posar para el fotógrafo. No solo es coquetería. Mientras se
coloca el pelo, el gesto encierra toda una reivindicación
femenina tras decidir después de 25 años dar el paso
definitivo y salir a la luz con nombre y apellido. Para esta
vecina de Irún de 42 años han sido dos décadas de silencio, de
lucha contra su naturaleza biológica, intentando encajar en
los patrones que dicta la sociedad para un hombre. Sonia,
quien nació como Carlos, vivió ocho años con su ex esposa y
tiene dos hijas menores de cinco años. "Esta parte es la más
difícil. Mi mujer no se lo esperaba y cómo explicas a un niño
que su papá va a ser mamá. Hay que ir muy despacio", reconoce.
Lleva dos años separado y ha decidido encarar su futuro como
mujer. "Hay transexuales que con 16 años lo tienen claro. Yo
pensaba que estaba enferma. Pasé muchas etapas de mi vida
negando lo que realmente eres, pero me dí cuenta de que era ir
contranatura. Me siento mujer y quiero serlo. Por eso doy la
cara como mujer", confiesa.
Desde hace cinco meses, Sonia se viene sometiendo a un
tratamiento con hormonas femeninas (estrógenos y progesterona,
entre otras).
En su DNI todavía figura como Carlos Bañeda. La Ley de
Identidad de Género de 2007, una de las más progresistas del
mundo, establece que tienen que pasar dos años desde el
comienzo de la hormonación para comenzar la tramitación del
cambio legal de nombre y sexo. Sin embargo, en su tarjeta de
visita se presenta como Sonia Bañeza, empresaria autónoma de
pinturas y decoración.
"Una salida siempre es irte de tu ciudad y hacerte el
tratamiento fuera, pero, aunque huyera, tarde o temprano la
gente va a saber lo que soy", explica esta empresaria, quien
confía en que hacer público su sexo "sentido", como suelen
decir los transexuales, no le haga perder clientes.
De momento, Sonia responde de igual forma cuando le llaman
Carlos. Es consciente de que, igual que ella ha necesitado una
adaptación muy larga y se encuentra en pleno proceso de
transformación, las personas de su entorno, principalmente su
familia, también lo precisan. "Según vaya transformándome en
lo que quiero ser, me verán como Sonia. Pero es verdad que en
mi trabajo las clientas lo han entendido mejor, porque te has
pasado a su bando. En cambio, para los hombres es una traición
a su masculinidad. Lo único que les digo es que soy igual de
profesional", insiste.
El informe que el Ararteko realizó el año pasado sobre la
situación de los transexuales en Euskadi fija su número en
108, con tres casos nuevos cada año. La discriminación social
y laboral, junto con el escaso conocimiento por la sociedad de
lo que supone realmente ser transexual, se alzan como los
principales obstáculos a los que se enfrentan quienes se
identifican con un sexo distinto al de su nacimiento.
En el caso de Sonia, ha querido esperar a tener una
estabilidad económica y laboral para poder afrontar los dos
años de transformación que tiene por delante hasta la
modificación legal del nombre y el sexo.
"Desde que he empezado a decirlo, el descanso ha sido
tremendo", cuenta. "Llevaba veintipico años guardándolo. Lo
llevaba dentro y ha reventado este año. Ahora lo estoy
normalizando, pero nunca he tenido vidas paralelas. Cuando
tenía un tiempo para mí lo dedicaba a sacar mi lado femenino",
abunda.
Desde 2008, funciona en el Hospital de Cruces una Unidad de
Diagnóstico y Tratamiento de los Trastornos de Identidad de
Género. Osakidetza cubre el diagnóstico diferencial, el
tratamiento hormonal y la cirugía mamaria y de gónadas
internas. Desde el año pasado, la sanidad pública vasca
también se hace cargo de la cirugía de genitales externos -ya
se han intervenido ocho personas-, pero hasta hasta hace dos
años los transexuales debían realizarla en alguna otra
comunidad autónoma o en el extranjero.
Sonia lleva tiempo ahorrando 50.000 euros con los que cubrir
los gastos de su cambio. No tiene claro todavía si se va a
operar en Cruces o acudirá a alguna clínica privada, "con
equipos médicos que llevan años de experiencia con este tipo
de cirugías". Calcula que la cirugía genital le puede costar
unos 25.000 euros; la depilación láser cerca de 8.000 y 10.000
más la cirugía del rostro para suavizar las facciones
masculinas. Ha conseguido que Osakidetza le cubra un
tratamiento con una logopeda con la que está trabajando el
cambio del timbre de voz.
¿Compensa pasar por tanto quirófano y poner del revés una vida
familiar para conseguir ser mujer? Ella responde: "Es un
sentimiento contra el que no puedo luchar. Quiero pasar por
una chica normal, integrarme en la sociedad, estar junto a mi
familia y seguir con mi trabajo, que para eso lo he peleado
durante muchos años".
La mayoría de los transexuales lamentan el desconocimiento
generalizado que existe en torno a ellos. Los estereotipos más
generalizados son que solo existen mujeres transexuales, que
se dedican al mundo del espectáculo o a actividades como la
prostitución y que ser transexual supone ser homosexual. "El
mundo de las drag queen nos ha hecho mucho daño. La gente no
sabe lo que es ser transexual. Por eso quiero contar mis
historia", concluye Sonia.
El
proceso
- La Ley de Identidad de Género de 2007, una de las más
avanzadas, establece que para el tratamiento es necesario ser
mayor de edad, a pesar de existir criterios para el
diagnóstico de la disforia de género en la infancia y la
adolescencia.
- Los cambios legales correspondientes a la modificación del
nombre y el sexo en el Registro Civil se realizan tras dos
años de tratamiento hormonal. No es imprescindible la cirugía
genital para el cambio legal. Las asociaciones de transexuales
ven muy amplio ese plazo, porque ya a partir de los seis meses
se tiene una apariencia que no se corresponde con el sexo de
nacimiento y ello genera conflictos.
- La ley navarra de 2009 es un referente de modelo integrador
de no discriminación por motivos de identidad sexual y de
reconocimiento de los derechos de los transexuales.
- Existe una polémica en torno a la evaluación de un
psiquiatra que debe realizarse para iniciar los tratamientos.
Los transexuales exigen que no se les vincule a una enfermedad
mental como lo recoge la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y que no tenga que haber un informe psiquiátrico.
- Osakidetza asume desde el año pasado la prestación de la
cirugía de reasignación sexual, que se realiza en la Unidad de
Género del Hospital de Cruces. Hasta ahora, la sanidad pública
cubría el diagnóstico, el tratamiento con hormonas y la
cirugía mamaria y de gónadas internas, pero remitía a otras
comunidades autónomas la cirugía genital.
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C.
A. 09-12-2010
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