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La primera
vez que Margarida Baptista vio a Betty Santos, foto de ambas,
en el escenario se quedó muy sorprendida. No es de extrañar:
se trata de la única mujer transformista en activo en
Portugal. Acostumbrada a la exuberancia de los trajes de los
Drag Queens, sus lentejuelas, sus poses atrevidas y su
descaro, se le hizo extraña la figura de esta mujer con rasgos
masculinos que sobre el escenario era capaz de convertirse en
los más diversos cantantes y estrellas mediáticas.
Deia-.
Primero fue el flechazo. Después llegó la idea de realizar un
documental sobre su vida, "una vida durísima, cargada de
experiencias", asegura la cineasta, y que relata en el filme
Transformismo no femenino: Betty Santos (Transformismo en lo
femenino: Betty Santos), que se estrenó el lunes en Bilbao y
que volverá a proyectarse mañana en la Sala Bilborock.
Zinegoak; Festival de Cine Gay, lésbico y Transexual de
Bilbao, muestra un trabajo reconocido en el Queer Lisboa, el
festival de cine gay y lésbico de Lisboa, donde tuvo una gran
acogida del público.
Betty
aclara la naturaleza de su atuendo. Ha decidido visitar Bilbao
con la misma ropa que utiliza en La Calle, el local que
comparte con una amiga y en el que actúa todas las semanas,
pero no es así como viste habitualmente. "Estoy acostumbrada a
que me pregunten con qué género me identifico, pero yo siempre
contesto que soy mujer". Es mujer, lesbiana, y entre sus fans
se encuentran varias mujeres heterosexuales que le aplauden
con fervor cuando ven el arte de su play back, con sombrero de
ala ancha y ademanes masculinos.
"Uno de
los objetivos del documental era averiguar por qué ella es la
única en todo Portugal", explica Baptista. La pregunta todavía
resuena en sus oídos. "Existen más mujeres que quieren hacerlo
pero sienten vergüenza, no se atreven a tomar esa decisión con
libertad", opina Betty. Acto seguido admite que se trata tan
sólo de una hipótesis. En sus 27 años sobre el escenario, ella
nunca ha sentido el peso del machismo sobre sus espaldas, la
incomprensión, o la ridiculización de sus espectáculos. Sin
embargo, Baptista no se atreve a elucubrar un porqué.
una
caricatura A lo largo del trabajo cinematográfico, varios
expertos tratan de desentrañar la poca o nula presencia de la
palabra Drag King en el vocabulario popular. Aunque prima la
teoría del machismo, también presente entre la comunidad gay,
algunos psicólogos comparten una teoría que sorprendió a Betty.
"Opinan
que el transformismo masculino es mucho más exuberante. Ellos
lucen lentejuelas, maquillaje llamativo, trajes llenos de
color, y eso resulta mucho más atractivo", comenta Baptista.
Para otros, el espectáculo del Drag Queen se basa en la
caricatura y en ese sentido la mujer, tradicionalmente
denostada, ofrece mucho más juego.
Betty
Santos no abraza estas teorías. Sigue pensando que falta valor
y cree en el atractivo de mostrarse, a través de un
espectáculo, como uno es o no es. Ahí radica el juego y la
confusión que muchas veces conlleva. "El transformismo no
tiene que ver con ser homosexual o no", reclama. Aunque ya
desde pequeña Betty jugaba a ser un chico, imitando el modo en
que su padre se afeitaba, fue en un viaje a Madrid donde se
convenció de que quería ganarse la vida con el transformismo.
"Fui a un night club y vi a una Drag King. Yo tenía 17 años.
Me quedé impactada", relata.
El camino
no fue nada fácil. Por aquel entonces no disponía de un local
propio y trabajó en diversos clubs en los que siempre era la
única mujer. En La Calle, un bar pequeñito situado en
Alcántara, ella se rodea de Drag Queens con los que comparte
escenario. Ellos admiran su opción de vida. Sin embargo, nunca
ha sido invitada a la tradicional Gala de los Travestis que se
celebra en Oporto todos los años. "Es un mundo en el que hay
muchísima competitividad por ver quién lleva más lentejuelas,
quién hace el mejor espectáculo o quién resalta más", asegura
un compañero de trabajo de Betty. Y quizá ella podría copar
todo el protagonismo.
Para
Margarida Baptista, realizar el documental ha sido una manera
de adentrarse en un mundo que desconocía totalmente. Ella ha
podido rodar los momentos más íntimos del día a día de la vida
de Betty, como ese en el que se enfrenta al espejo y procede a
transformar su rostro en otro con los rasgos más marcados. El
maquillaje ayuda, pero es sólo una parte del proceso.
"Me
gustaría que hubiera más mujeres que se dedicaran a esto. No
tengo competencia", se lamenta. "Y lo que yo quiero es
competir amistosamente con otras mujeres". El transformismo
femenino, que puede parecer una invención contemporánea, ha
estado presente a lo largo de la historia de la humanidad,
aunque ha adquirido diferentes significados.
Era otra
de las inquietudes de Baptista. Averiguar los orígenes de esta
realidad social. A través de los testimonios de varios
antropólogos descubrió que en otro tiempo las mujeres se
transformaban para conseguir los mismos derechos que el
hombre, poder luchar en una guerra o vivir en un monasterio.
Además, muchas culturas incluyen esta práctica como una
expresión artística.
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C.
A. 08-02-2010
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