La
Razón 4/04/2001
Parejas
de desecho
Jorge
BERLANGA
Otra vez volvemos a tener noticias de bodas en Holanda entre
homosexuales, y para no ser menos, el señor Zaplana ha dicho que Valencia no
sólo va a ser la provincia en la que más se fornica de España, sino que
también se van a legalizar las parejas de hecho, que es algo que suena muy
progre, pero que yo no sé qué tiene de moderno, ni de revolucionario, ni de
nada, cuando lo que al final lo que lleva es a un control administrativo del
polvo.
Es difícil entender como una conquista de la libertad el matrimonio,
porque contemplamos muchos siglos de juramentos de amor eterno, de
obligaciones compartidas, de unidades de destino en los indivisos, para ver
luego lo que pasa, como se marchita todo delante del televisor y las cenas
recalentadas. Más aún en el mundo «gay», donde la mayoría lo más que
sientan la cabeza es para hacer felaciones. Irán al altar, para que les digan
«¿Prometes respetarle, amarle y sodomizarle en la salud y la enfermedad, en
la riqueza y la pobreza?» Pero las promesas se esfuman porque es difícil
quedarse con la pata quebrada y en casa, a no ser que se la hayan partido
bailando en una discoteca al son atronador de Mónica Naranjo.
En estos casos siempre está el ser hogareño y el zascandil, el que se
pasa la tarde preparando la cena con el libro de recetas y el que anda con la
receta para conseguir estimulantes y seguir de parranda. Sólo falta el boatiné
y el rodillo, las discusiones por quien maneja el mando a distancia mirando
programas de chismes, y las disputas con los cosméticos o sobre quién le
quita la ropa a quién.
Llegar al matrimonio no es un logro, sino más bien un imperfecto
tropiezo, que al final sólo vale para ir al espacio de María Teresa Campos a
contar cuitas. «Mi marido me engaña con otro, o con otra» y esas cosas.
Habrá quien al final acabe buscando un buen divorcio, aunque habrá que saber
qué marido tendrá que pagar la pensión. Y es que cuando la ley entra de por
medio, toda pareja de hecho no es más que un proyecto de pareja deshecha.