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Raíz
Diversidad Sexual-.
La Asociación “Divas de Venezuela” es una organización que lucha por
la igualdad social de las personas trans (travestis, transgéneros y
transexuales). Cuando se fundó “Divas de Venezuela” no solamente
enfrentó el rechazo de una sociedad heterosexista, sino que también
la resistencia de la propia “Comunidad Gay”, que en algunos casos no
desea reconocer la participación de las activistas trans. Es por
este motivo que la Asociación “Divas de Venezuela” ha iniciado una
campaña educativa con la población en la cual orienta sobre temas
como la orientación sexual y la identidad de género, para tal efecto
han elaborado un material gráfico e instalado una lista de interés,
para de ese modo poder informar, orientar y asesorar a las personas
que enfrentan dificultades ya sea por su identidad de género o su
orientación sexual. Esta iniciativa es parte de un conjunto de
acciones que se están realizando en Venezuela para promover el
protagonismo de las personas trans en los procesos de cambio social
y político.
Fuente:
Rummie Quintero. Presidenta de la Asociación “Divas de Venezuela”
Algo se mueve
en Venezuela dentro del activismo transexual ( Antecedentes )
( 05-09-2005
) "Cuando eres trans no llegas siquiera a ser humano" historia
transexual masculino Venezuela
Diario El
Nacional/Venezuela/Vanesa Davies-.
José (nombre falso) nació
con genitales de Josefina, pero siempre se asumió como hombre y
nunca dejaron de gustarle las mujeres. Gracias a las hormonas, logró
la masculinización de su cuerpo, aunque admite que con cada
inyección siente que se muere.
El proceso de
volverse varón ha sido doloroso, asegura, pero no tanto como el no
poder asumir públicamente su identidad sexual y no tener una cédula
con su nombre
Cuando nací, hace
41 años, me llamaron Josefina, pero en realidad soy José. Toda mi
vida me he sentido hombre, aunque en algún momento no sabía qué era.
Pensaba:
bueno, cuando todo el mundo cruzó el
lago, yo me quedé en el medio.
Fui muy mal estudiante, me enamoraba de mis
amigas, de mi maestra, y no podía decir nada.
Entonces me alejé de todo el mundo, y empecé a
leer, tenía que leer, quería que alguien me contestara. En aquella
época, llegó mi mamá con el librito para explicar de dónde vienen
los niños, y uno no entendía nada.
Estudié en un colegio de monjas por 5 años.
Había una muchacha de tercer año que me gustaba, y yo dije: “A mí me
gusta esa muchacha”, y todo el mundo volteó la cara. Tenía 11 años
cuando hablé con las monjas de lo que me pasaba, pero llamaron a mi
papá y me botaron del colegio; ellas dijeron que una persona con
tendencias desviadas y aberrantes no podía seguir ahí. Lo confesé
porque era verdad, pero a partir de ahí empezó otro problema.
Senté a mi mamá y mi papá, les dije que me
gustaban las mujeres, y me llevaron a todos los médicos del mundo,
psicólogos, psiquiatras; todo el mundo me decía que era lesbiana.
Un hombre entre otros hombres
Entonces vas a la
otra etapa: empatarte con todo el mundo, pero la verdad es que
terminaba siendo pana de la gente con la que me empataba. Era
divertido irse con ellos, con mis novios, a jugar pelota. Así, pasó
un tiempo en que en la casa no hubo conflictos.
Tuve un novio desde los 12 años y medio hasta
los 15 años de edad, pero era más novio de mamá, que mío. Podíamos
estar 20 horas sentados en el sofá, y no pasaba nada. Luego de
varios años de aquel martirio, le expliqué que quería a alguien con
quien ir al cine, pero que me gustaban las mujeres. El muchacho me
dijo que entendía todo, que él me amaba, que siguiéramos, pero le
recalqué que entre nosotros nunca iba a pasar nada, aparte de
tomarme la mano, y la relación terminó tortuosamente.
Visité un bar de ambiente, y sentí asco, pensé
“esto no puede ser”. Llegó una mujer que me explicó: esto es un
machito, o una mamita; y yo pensé que eran mujeres que estaban
locas. Nunca sentí rabia hacia lo masculino, nunca me sentí
lesbiana, mi identidad fue masculina. Busqué entre los
heterosexuales, y no era mujer, pero tampoco lo era entre los
homosexuales. Después de ese día sentí que no era de ninguna parte.
No me sentía lesbiana, pero me gustaban las mujeres.
Pasé dos años solo y encerrado en mi casa. No
salía con nadie. Mi familia pensaba que era un loco, un artista.
Closet sin faldas
Siempre fui muy
andrógino. No me dejaba el cabello largo, no me echaba maquillaje,
siempre andaba con mis blue jeans. Cuando tenía 7 años de edad, mi
mamá me preguntó: “¿por qué no tienes faldas en tu closet?”. Me
desapareció todos los pantalones, y me puso faldas. Pero en un
carnaval me preguntaron de qué me quería disfrazar, y respondí que
de príncipe, y fue mi mejor carnaval.
Mi mamá ya murió. Ella me entendió, pero no lo
aceptó. Me decía “sí, tienes bigote y barba, pero cuando yo di a
luz, en la partida de nacimiento decía que tuve una niña, no un
niño”. Yo le respondía “así tienes dos en uno, mamá”. Tengo mucho
humor.
Después de llorar solo, aprendí a reírme de mí
mismo, antes de que la gente se burle de mí.
A los 25 años de edad conocí a mi esposa, que
hoy vive conmigo.
Mi papá se enteró de la relación de una manera
fuerte: yo estaba besándola. Mi papá llegó y los tuve que presentar.
Él dejó de hablarme por una semana, y luego me preguntó que si
estaba besando a una mujer; le contesté que sí, se puso de todos
colores, y me respondió que entonces me quería más, que me iba a
ayudar más porque era lesbiana.
Nuestro noviazgo duró ocho meses. Me fui de mi
casa a vivir con ella; no porque estaba bravo con mi familia, sino
porque no tenía el coraje de enfrentarme.
Para mi esposa también fue difícil: ella salió
de su casa, no con José, sino con Josefina.
Hormonas a ciegas
Comencé mi
tratamiento a ciegas, tomando hormonas por mi cuenta, automedicado,
buscando en los libros de medicina. Mi esposa me dijo que si era
importante para mí, que lo hiciera, y se empeñó en que buscara un
endocrinólogo.
Cuando quieres masculinizarte, debes inyectarte
hormonas.
Las hormonas te van eliminando la menstruación.
Pase por varios médicos que me dijeron: “Yo no
veo gente como tú”. Me miraban de arriba abajo como si fuera la peor
escoria; es como si tuvieras lepra, pero ni siquiera a los leprosos
los tratan así. Me vio un endocrinólogo, y cuando me quité la ropa,
me preguntó si era un tipo o una tipa. Es que yo siempre tuve poco
busto, con la espalda muy ancha.
Ahora tengo pelos por todos lados, en la
espalda, en las piernas. La androgenización genital y de la garganta
es muy dolorosa.
Los huesos de la garganta cambian, te duele
para tragar, no tragas igual. El clítoris crece, se te hace como un
prepucio, los labios de la vagina bajan como un escroto. Llegas a
tener un aparato genital masculino, pero mientras se va formando es
muy doloroso, duele si orinas, nadie te enseña cómo se asea. Uno
huele completamente diferente. Me toca ponerme una inyección de
hormonas al mes, de mantenimiento, para toda la vida.
Tuve que aprender a hacer el amor de
nuevo, a masturbarme.
Con cada inyección de hormonas masculinas
sientes que te estás muriendo, los músculos se te ponen como cuando
Hulk se va a convertir en Hulk. Las caderas se encogen, todo cambia.
La piel se te vuelve menos sensible.
Estoy 20 veces más fuerte, voy a abrir un
frasco de salsa, y lo rompo, porque no me doy cuenta de mi fuerza.
Ahora no entiendo la música, pero estaciono mejor, ja, ja. No lo
puedo describir, pero es distinto. Cuando te crían como niña, y
después eres niño, tienes una sensibilidad hacia las mujeres más
desarrollada.
Mi vida sexual es normal: tengo erecciones, hay
penetración, hay todo lo demás, aun cuando acabas distinto. Los
hombres acabamos entre los riñones y el alma, porque el esfuerzo es
brutal. El cambio ha sido difícil, pero cuando te ves en el espejo,
y por fin te reconoces, es como si volvieras a nacer. He pensado en
operarme el pecho; más por complejo mío, que por lo que tengo en
realidad. En los genitales no necesito nada. Claro, todos los años
debería hacerme un examen ginecológico, pero explícame cómo entro al
consultorio de un ginecólogo para que me examine.
Cargo encima un informe del endocrinólogo, una
constancia en la que se explica que Josefina tiene un tratamiento
con hormonas, y que logró la masculinización.
Pero no puedo cobrar un cheque, no tengo
cuentas en bancos, hace años que no renuevo mi licencia de manejar,
no puedo renovar mi cédula, no he votado para evitar un mal rato. En
estos días fui a hacer un poder en la notaría para los papeles de
herencia, y me tuvieron una hora diciéndome señor, señora, chamo,
chama. La rectificación de la partida de nacimiento no hace nada. Es
más fácil buscarte un escáner y hacerte una cédula falsa, y tratar
de formar a alguien a partir de esa cedula, dándole derechos
legales, mercantiles, civiles.
Hace años que no tengo pasaporte, y no lo he
podido renovar; imagínate la vejación. Cuando eres transgénero no
llegas ni siquiera a ser humano. Nosotros no tenemos porqué
sentirnos como delincuentes si no hemos hecho nada. Somos médicos,
abogados, científicos, que nunca vamos a dar la cara, porque nos
costó mucho poderla tapar.
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Tamara "
La Ley podría garantizar derecho a la identidad de los transexuales
en Venezuela "
(
31-08-2005 ) El vicepresidente
de La Republica de Venezuela, José Vicente Rancel, manifestó su
respaldo a la solicitud que hizo la abogada Tamara Adrián ante el
TSJ para conseguir el cambio de nombre y sexo. En opinión de la
activista, Venezuela debe apoyarse en la jurisprudencia de otros
países, como España, Argentina y Colombia
Diario El Nacional
Venezuela/ Vanesa Davies-.
La aprobación de una ley que garantice el derecho a la identidad de
personas transexuales y transgénero podría ahorrar el calvario que
actualmente viven para obtener sus documentos de identidad, y
evitaría que el sí o el no quede a la discreción de los jueces.
Tamara Adrián, mujer transexual que introdujo
un recurso ante el Tribunal Supremo de Justicia para lograr el
cambio de nombre y documentación, redactó una propuesta de ley de
identidad de género “que solucionaría el problema legal, y que se
fundamenta en la Constitución Nacional y en los pactos sobre
derechos humanos que ha suscrito Venezuela, como la Carta Andina
para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos”.
A juicio de Adrián, “la aprobación de la ley
sería la vía más idónea, tal como lo han hecho otros países”.
Pero incluso sin la existencia de la normativa,
“Venezuela puede tomar la jurisprudencia de otras naciones, como
España, Argentina, Uruguay y Colombia, para reconocer el derecho a
la identidad de transexuales y transgénero, porque forma parte de
los mismos tratados de protección de los derechos humanos.
Sería absurdo que Venezuela interpretara esos
derechos de forma distinta”.
Apoyo del vicepresidente
La petición de Adrián ante el TSJ recibió el apoyo del
vicepresidente José Vicente Rangel. El funcionario “dijo que
manifestaba su respaldo, y que haría los contactos necesarios para
promover la causa porque la considera justa y procedente”, indicó la
abogada.
El pasado 19 de julio, Adrián envió una carta a
la presidenta de la Sala Constitucional del tribunal, magistrada
Luisa Estela Morales, en la cual reitera su solicitud de admisión de
un recurso declarativoconstitutivo de garantía efectiva de
identidad, y de protección de derechos fundamentales en condiciones
de no discriminación (demanda que no ha tenido respuesta por parte
de la instancia máxima del Poder Judicial). Copia de esta misiva fue
entregada a José Vicente Rangel en días pasados.
La jurista denuncia que, en la actualidad, sus
derechos y su dignidad “se encuentran afectados seria y
continuamente porque, por ausencia en Venezuela de una vía procesal
adecuada, no he podido completar uno de los pasos del protocolo de
tratamiento: a saber, la obtención de una identidad legal acorde con
mi identidad psico-físico-social, y la depuración de todos los
registros públicos y privados (de nacimiento, de propiedad, de
estudios, impositivos) y documentación derivada (cédula de
identidad, pasaporte, títulos), ya que sigo apareciendo en ellos con
un nombre y un sexo que no me identifica, lo cual es peor que no
tener identidad”.
En el texto, recalca que le había sido
diagnosticado por especialistas el trastorno de identidad de género,
el cual es considerado por la Organización Mundial de la Salud “como
una condición que afecta gravemente la salud y requiere de
tratamiento para recuperarla. El TIG consiste en que una persona se
autopercibe desde temprana edad de manera inalterable como
perteneciente a un sexo diferente de su sexo aparente”. Destaca,
igualmente, que como no se puede cambiar la percepción sobre la
identidad, “el tratamiento reconocido por la OMS consiste en adaptar
el cuerpo a esa identidad, y sus fases incluyen el diagnóstico, la
reinserción social, el tratamiento hormonal, el tratamiento de
reasignación quirúrgica y el reconocimiento legal”.
La abogada aclara que esta terapia no
constituye una opción o un capricho para la persona afectada, “y a
pesar de lo difícil del proceso de reasignación y de las inmensas
pérdidas familiares, económicas y sociales y a la discriminación a
que se enfrenta, como puedo aseverar por experiencia propia, se
asume con la entereza y resolución necesaria de quien sabe que es la
única forma de recuperar su salud”.
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Ejemplo
internacional
De acuerdo con la
investigación realizada por Tamara Adrián, en otros países se han
tomado decisiones para que personas transexuales puedan ejercer su
derecho a la identidad:
Tribunal Supremo de Puerto Rico: “Negarle
reconocimiento a esta persona equivale a una pena de incertidumbre
indefinida, de destierro perpetuo del campo de la normalidad al que,
por la razón que fuese, pensó acceder con ayuda de la ciencia. No
somos quién para condenar a un transexual a ese eterno purgatorio”.
Corte Constitucional de Colombia: “Los derechos
a la expresión de la individualidad y al libre desarrollo de la
personalidad, permiten que un hombre decida libremente identificarse
con un nombre usualmente femenino, y viceversa, o con un nombre que
se identifique con los dos sexos, o inclusive con un nombre neutro,
y pueda solicitar judicialmente el cambio de nombre, de conformidad
con su convicción y su pensamiento ante la vida”.
Tribunal Colegiado de Instancia Única del Fuero
de Familia N. 1 de Quilmes (Argentina): “Debe garantizársele y
reconocérsele al reclamante su derecho a vivir con integridad su
identidad personal, incluida la sexual, protegiendo su derecho a la
intimidad y a su libertad personal, debiendo entenderse la presente
causa no como un simple cambio de nombre por cambio de sexo, sino
como una reasignación de sexo y consecuente cambio de nombre”.
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( 26-08-2005
)" Transexuales somos los últimos esclavos " reportaje Tamara Adrián
conmociona Venezuela
Web- Este
reportaje en uno de los diarios de mayor tirada de Venezuela ha
causado conmoción, podríamos decir que es la primera vez que se toca
el tema de la transexualidad y su problemática especifica de una
forma seria y sin entrar en sensacionalismos. El caso de Tamara en
el Diario El Nacional ha provocado reacciones tales como que desde
el Gobierno de la Republica se hayan puesto en contacto con ella
para interesarse personalmente en su situación.
" Los transexuales
somos los últimos esclavos. Estamos sometidos a una esclavitud tan
miserable por nuestra identidad, que tenemos una estrella de David
cosida "
Tamara Adrián, exitosa abogada, profesora de la UCV y la UCAB, aún
tiene que cargar, por exigencia legal, con el que fuera su nombre
masculino: Tomás. “Estamos sometidos a una esclavitud tan miserable
por nuestra identidad que tenemos una estrella de David cosida. La
llevamos en la cédula”, asevera.
“Soy Tamara, pero
aún me llamo Tomás”
Tamara Adrián
(bautizada como Tomás al nacer) supo que era una niña desde los
primeros años de su vida. Luchó contra su propia condición; incluso
se casó y tuvo hijos, pero finalmente se asumió como mujer.
Actualmente es una abogada exitosa, profesora de la UCV y la UCAB.
Logró el cambio de sexo en Tailandia, pero aún carga a cuestas con
un nombre legal masculino: por eso, es la primera persona del país
en pedir ante la Sala Constitucional del máximo tribunal el
reconocimiento de su identidad
Diario El Nacional
Venezuela/ Mireya Tabuas / Vanessa Davies-.
Si
viera mi vida hacia atrás creo que me daría vértigo. Tengo 51 años
de edad. Desde los 2 o 3 años de edad tuve la certeza de que estaba
en un cuerpo errado, sabía que era niña. ¿Que cómo lo sabía? Es
fácil, así como sabes que te gusta el helado. Es así, una
percepción. Un problema de identidad.
Pertenezco a una
familia de clase media. Vivíamos en los Palos Grandes. Mi mamá murió
sin saber lo que me pasaba, porque cuando decidí hacer la transición
ella estaba gravemente enferma y no quise crearle un trauma. Mi papá
vive aún: sigue llamándome por mi nombre masculino, Tomás.
No hay duda de que
tener un comportamiento femenino siendo varón genera reacciones
familiares y sociales, hasta el punto que cuando tenía 9 años de
edad era la bibliotecaria del colegio privado donde estudiaba.
Reconduje mi conflicto de forma instintiva hacia la lectura. No
podía relacionarme con las niñas porque no me entendían como niña,
no me podía relacionar con los varones porque no me entendía con los
varones. En los test de inteligencia aparecía como subnormal. Era
considerada una niña especial. Claro, era especial, pero en otro
sentido.
La llegada de la
adolescencia fue terrible. Empezaron los cambios hormonales, la
masculinización del cuerpo. La presión social se agudizaba, los
grupos eran simbióticos, todos los niños se visten, caminan, hablan,
piensan igual. Nunca me aceptaron en ningún grupo.
Mi mamá era
farmaceuta. Cuando yo tenía 16 años de edad, agarré los libros de
farmacia, me puse a estudiar los aspectos hormonales y comencé a
tomar hormonas automedicadas. Cada vez que se notaba demasiado el
cambio en mi cuerpo, me daba aquel arrepentimiento horrible. No se
conocía el síndrome de disforia de género. No sabía qué me pasaba,
eso me generaba una culpa terrible. A medida que yo me feminizaba el
cuerpo, me llenaba de culpas, y paraba, y volvía entonces a tomar
hormonas. Era un yo-yo hormonal. Mientras tanto, estudiaba, y mucho:
me gradué Suma cum laude en Derecho en la
Universidad Católica Andrés Bello..
La universidad, no
la prostitución
En la universidad
me vestía ambiguamente, estaban de moda los zapatos con tacón para
hombres, los pantalones con talle bajo, y era una mezcla de hippie
andrógino con detalles femeninos, pero no muy ostensibles por el
tema social. En la universidad había rechazo. La discriminación a la
diferencia existe en todas partes. Veía a las chicas transgénero de
la avenida Libertador, y decía: si yo sigo lo que yo siento, ¿cuál
es mi destino? ¿Prostituirme? ¿Ir a un bar a presentarme como
stripper? 70% de las personas transexuales no tiene estudios, y, por
ende, no tiene trabajo, porque desde temprano las excluyen del
sistema educativo y el sistema social. Por eso, se quedan en las
peluquerías o en la prostitución. Vivimos en una sociedad mojigata,
que hace que la persona transexual sea un ícono morboso, y que te
obliga a encajonarte en una situación de miseria y de guetto.
El problema de la
transexualidad se da en todos los países, en todas las clases
sociales con igual incidencia: 1 sobre 30 mil o 40 mil personas. En
países como Estados Unidos, donde la reasignación se hace desde
1970, mucha gente la hizo temprano. Hasta ahora, esas personas eran
tránsfugas de la anormalidad; pasaban de la invisibilidad en su sexo
de origen, a una situación de visibilidad. Pero una vez que llegas
al otro lado de la montaña, después de haber nadado contra
corriente, vuelves a entrar en la “normalidad”, y te mimetizas en el
otro sexo, y ya no eres ese monstruo.
En este momento
soy una mujer, la mujer que siempre me sentí y que me fue muy
difícil aceptar que era. Yo nunca he querido ser mujer, es que
sintiéndome mujer desde siempre me había negado a aceptar el costo
que representaba la aceptación de mi condición. Es un costo enorme,
desde todo punto de vista. Yo no podía ser ese rey que mis amigas
feministas pensaban que era.
Estuve en Francia,
hice un doctorado en Derecho Mercantil en la Universidad París II, y
lo terminé en 1982. Francia, curiosamente, sigue siendo uno de los
países más homofóbicos y transfóbicos. En ese instante debía
dilucidar el rompecabezas que tenía frente a mí: no sabía cuál era
mi condición. Sabía que no podía aceptar mi cuerpo, y que no me
sentía integrada con él, había una disociación entre mente y cuerpo.
Busqué ayuda en la universidad, me refirieron a una psicóloga
lacaniana, que hacía su tesis sobre transexualidad. Ella me cobraba
la mitad de mi beca, y después publicó un libro profundamente
sexista contra la transexualidad.
La decisión de
mentirse
Cuando regresé de
Francia, a pesar de mis calificaciones académicas, me fue imposible
conseguir trabajo debido a los prejuicios por mi apariencia bastante
ambigua. En ese instante tomé una decisión que hoy considero
errónea, pero que comparto con innumerables personas transexuales en
todas partes del mundo, que buscan escapar del durísimo destino que
representa la transición. Pretendí mi integración en el molde que me
proponía la sociedad: por una parte, traté de vestirme
masculinamente y hasta me dejé crecer la barba; y por la otra, me
casé. De ese matrimonio nacieron dos hijos, a los cuales amo
profundamente y que, sin embargo, no tengo la dicha de poderlos
frecuentar por prejuicios diversos. Y es que muy a menudo uno de los
precios que se debe pagar por asumir la identidad es la pérdida de
la familia y los amigos, que huyen como si se tratara de leprosos.
Cabe decir que las
dificultades de la transición muestran que aún en países como
Suecia, 30% de los transexuales ha estado casado, y más de la mitad
ha tenido hijos. Debo señalar también que en todas partes del mundo
se indica expresamente que la reasignación legal de las personas
transexuales, como es obvio, no afecta los derechos de los hijos que
hubieren podido tener y, en general, las relaciones de familia. Pero
a pesar de no poder ver a mis hijos, me siento muy afortunada,
porque tengo una vida de familia estable. Tengo pareja desde hace
más de 10 años y, junto con su hija, formamos una familia unida,
solidaria y respetuosa de los derechos de los demás.
Aquel matrimonio
duró 3 años, y se rompió cuando dije lo que sentía. Ella no lo
sabía. Al cabo de cierto tiempo, las barreras que puse para tratar
de contener ese río de sentimientos se rompió otra vez, era como un
Guri que de pronto crece, y si no lo dejas fluir, se lleva por
delante las barreras.
El verdadero
cuerpo
Mi esposa me puso
las maletas en la puerta. Y en ese momento pasé por un período de
gran depresión, era enfrentarme a aquello que me había negado a
enfrentar. Fue cuando empecé una planificación, que pasó por una
electrólisis total de los vellos de la cara, por incorporar cierta
ambigüedad progresiva en mi vestimenta. Conseguí ayuda en Venezuela
con el Centro Bianco, y a través de ese proceso seguí el protocolo
completo de reasignación, que incluye vivir por lo menos dos años
trabajando y haciendo todo en el sexo de reasignación. Eso es para
“machos”, sobre todo en el nivel social donde me desenvuelvo como
profesora universitaria.
Mi reasignación
fue en 2002, en Tailandia, donde estaba el mejor médico del mundo,
Suporn Watanyusakul. Mientras en Estados Unidos y Canadá la
operación costaba 12 mil dólares, allí costaba 7 mil dólares. Si me
hubieran dado esa oportunidad a los 14 o 15 años de edad, la hubiera
tomado. En el mundo pasa eso: no puedes cambiar el cerebro, por eso
cambias el cuerpo.
Después de la
cirugía por primera vez me sentí en mi cuerpo. Si me preguntan si en
algún instante he sentido arrepentimiento, digo no. No ha habido un
mini-segundo de arrepentimiento; mi arrepentimiento es no haber
podido hacerlo antes.
Este es un camino
muy duro, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero me ha hecho
mejor persona, una persona que entiende que no existe diferencia
entre hombres y mujeres, sino que todos somos masculino y femenino
al mismo tiempo. Ahora soy activista de los derechos de la mujer, no
sólo porque soy mujer, sino porque he vivido en carne propia la
diferencia del trato.
Hoy en día, la
Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de
Psiquiatría reconocen la transexualidad como una condición de salud.
En casi todos los países la reasignación se cubre a través de la
seguridad social, porque forma parte del derecho a la salud. El año
pasado, en Francia ordenaron devolver los gastos a una persona por
la reasignación. En el continente se hace veladamente en México, y
más abiertamente, en Argentina.
Con nombre ajeno
Soy profesora de
pregrado y doctorado en la UCAB y la UCV, y en las listas de
profesores aparezco como Tomás Adrián, pero los alumnos se
encuentran con una profesora que les da clases. Eso es
discriminatorio. Tengo la gran ventaja de que mis alumnos han sido
sumamente receptivos. Recibo cartas cuando termina el curso; dicen
que he sido la mejor profesora que han tenido.
Después de mi
reasignación empecé a estudiar –desde el punto de vista jurídico–
las vías que permitieran lograr la reasignación legal de manera
coherente y en condiciones de no-discriminación. Hasta ahora, las
reasignaciones que se han hecho, desde el punto de vista legal,
fueron por rectificación simple de partida. Eso significa que a una
persona que no tiene estudios y que no tiene una situación
documental compleja, se le soluciona su problema porque tendrá una
partida, cédula y pasaporte. Aunque eso se hace desde los años 70,
con el actual gobierno no se ha hecho ninguna, porque hay jueces que
dicen que es una aberración.
En mi caso es más
complejo, porque tengo estudios, diplomas universitarios, he sido
contribuyente siempre, tengo propiedades; por razones de mi
trayectoria. Por eso solicito, desde mayo de 2004, ante la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, un recurso
constitucional innominado de reconocimiento de mi identidad, que no
es otra cosa que el ejercicio de mi derecho a la autodeterminación
como persona. Pido que, sobre esa base, se rectifiquen todos mis
documentos públicos o privados para hacer coherente mi identidad con
la identidad con la que se me conoce pública y notoriamente. Eso
para poder ejercer en condiciones de no-discriminación todos mis
derechos. La sala ni siquiera lo ha admitido o rechazado, no ha
dicho nada. El expediente tiene más de 800 páginas y contiene
sentencias y leyes de todas partes del mundo.
El derecho a mi
identidad me lo da la constitución y los tratados internacionales de
los cuales Venezuela forma parte. Mientras tanto, vivo en un limbo
jurídico, estoy condenada a ser indocumentada. Pienso promoverme
como candidata a diputada independiente, pero ¿con qué nombre? ¿Cómo
ejerzo mis derechos políticos? Ahora que soy feliz, estoy
indocumentada. Primera vez en mi vida que me puedo definir como una
persona feliz. Antes era profundamente infeliz, pero ahora me siento
una persona coherente, soy yo para mí y para el resto de las
personas, y no me despierto y veo en el espejo a una persona que no
soy yo.
Soy Tamara, pero
aún me llamo Tomás. Mi pasaporte dice Tomás, mi cédula dice Tomás;
en un restaurante entrego una tarjeta de crédito, y dice Tomás. A mi
no me sirve la rectificación de partida, no es la vía idónea bajo la
Constitución Bolivariana, que abrió una nueva puerta con el
reconocimiento de la igualdad, el derecho de las minorías a obtener
un tratamiento preferencial. Además, incorpora el derecho a la
dignidad, a la reserva sobre tu vida privada.
El derecho a la
privacidad
Por ejemplo, casi
me quito un dedo con una puerta; fui a una clínica, pero no me
querían recibir porque tengo un seguro, una cédula, y una tarjeta de
crédito, con un nombre que no se corresponde con mi físico. Tengo
derecho a la privacidad. ¿Por qué debo explicarle al señor de la
aduana todo mi pasado, y que él entienda, para que me deje pasar con
mi actual pasaporte? ¿Por qué debo explicarle a un fiscal de
tránsito? Si tuviera que ir presa, ¿a dónde iría presa?
Se crea una
discriminación por no cambiarme el nombre. En España y en Colombia
es un procedimiento ante notario, en Chile es por solicitud ante el
juez, en otros países es sólo la solicitud de cambio de nombre ante
un órgano administrativo. Si no te identificas con el nombre que
tienes, puedes ejercer un derecho humano al cambio, pero en
Venezuela no existe un procedimiento expedito.
Pareciera que
mucha gente pasara factura al ejercer casi un acto de inquisición;
si estás en esta condición expía tu culpa: “no seas nadie, no tengas
identidad, te vamos a quebrar”, como dirían los malandros. La
actitud es casi punitiva. Pero siento también que la situación
mejorará en la medida en que entiendan que se trata de un problema
de salud, reconocido como condición por la OMS, no como enfermedad;
que genera afección a la salud en el sentido integral de la palabra,
y que existe un tratamiento médico con la reasignación, el
protocolo. Esta condición no es un capricho, ni siquiera es una
opción, porque eres una persona anulada por esa carga afectiva que
representa el cúmulo de incoherencias que no puedes asumir sino en
el momento en el cual decides andar hacia la transición. Es un
problema de dignidad, de proyecto de vida.
La datilera del
desierto
Elegí el nombre
Tamara por tres razones: cuando tenía 4 años de edad, una de las
personas más bellas que he visto se llamaba así. Guardaba cierta
consonancia con el nombre masculino, y en la transición sólo firmaba
T, sin poner nombre. Luego de que conocí el origen de Tamara
(datilera en un oasis en el medio del desierto), me encantó, y con
ese concepto me identifico muy bien. Lo uso públicamente desde el
año 1993; en ese momento “ejercía” medio tiempo, trabajaba en un
escritorio jurídico. Durante el día me disfrazaba de hombre –muy mal
disfraz– y me llamaba Tomás; y en la tarde y los fines de semana, me
vestía como me quería vestir.
El cambio es un
proceso que dura varios años. Decidí hacerlo a tiempo completo
cuando un día estaba vestida con traje y corbata y me dijeron
señorita. Ese día dije: ya estoy lista. Otro día, un amigo me dijo
para encontrarnos en un bar, y me negaron la entrada porque era un
bar sólo para hombres.
Los transexuales
somos los últimos esclavos. Estamos sometidos a una esclavitud tan
miserable por nuestra identidad, que tenemos una estrella de David
cosida. Llevamos la estrella en la cédula. Lo que hicieron los nazis
con los judíos, se hace con la falta de reconocimiento de nuestra
identidad.
Puedes ser
profundamente infeliz y frustrada como persona, o asumir ser tú, con
todo lo que ello conlleva, y lograr la felicidad. Tengo una gran
voluntad, no siento ninguna culpa. En este proceso perdí a familia,
perdí amigos, y gané otros amigos. Sigo siendo profesora, sigo
teniendo una clientela como abogada, y ése, mi éxito, no me lo
perdonan. Muchos me quisieran ver muerta.
Los trastornos de
identidad del género se deben a la biología y al ambiente
El Nacional/
Vanessa Davies-.
Los transexuales están convencidos de pertenecer al sexo opuesto al
que nacieron. La Fundación Reflejos propone traer a los
especialistas a Venezuela para que formen al equipo médico que se
encargue de la reasignación de sexo en los hospitales
Pocos seres
humanos (o ninguno) elegirían vivir en el dolor; o vivir en la
perenne sensación de que su cuerpo está divorciado del cerebro. La
realidad de las y los transexuales es que, desde la infancia, son
dueñas o dueños de una identidad mental diferente de la genital. Tal
como lo define la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición,
"son mujeres que se sienten atrapadas en cuerpos de hombre, y
hombres que se sienten atrapados en cuerpos de mujer, sin trastornos
psiquiátricos graves que distorsionen la percepción de la realidad,
que necesitan ser aceptados social legalmente en el género
elegido".
El origen del
trastorno de identidad de género (quienes muestran identificación
con el género contrario e insatisfacción con el sexo anatómico) debe
ser rastreado en la biología y el ambiente.
Podría
desarrollarse, de acuerdo con la sociedad, como resultado de una
interacción alterada entre factores genéticos, desarrollo cerebral y
acción de las hormonas sexuales.
"Pero además
diversas influencias ambientales en períodos críticos del
desarrollo, como el embarazo, la infancia o la pubertad, pueden
influenciar la conducta y la orientación sexual", describe el
organismo científico.
"Bastantes datos
apoyan que la orientación e identidad sexual pueden tener un
sustrato biológico (genético, cerebral, hormonal) sobre el que
inciden determinadas influencias ambientales, sociales y familiares
durante los llamados ´períodos sensibles´ de la vida para conformar
la orientación e identidad sexual definitiva del adulto".
No es una
enfermedad
Las
investigaciones han permitido algunas aproximaciones conceptuales.
Estas son las que
propone la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y
Bisexuales de España:
-Hombre Transexual
o Transexual Masculino: es una persona que se siente, piensa y actúa
como hombre aunque naciera con genitales femeninos.
- Mujer Transexual
o Transexual femenina: es una persona que se siente, piensa y actúa
como mujer aunque naciera con genitales masculinos.
-Travesti, Drag
Queen o Drag King: son personas que utilizan indumentaria del sexo
opuesto, pero no rechazan su cuerpo ni sienten la necesidad de
modificarlo.
-Transgéneros:
grupos que hacen esfuerzos identitarios, sociales, corporales y
médicos para presentarse públicamente como miembros de un género
que, según la sociedad, no pertenece a su cuerpo, explica la
investigadora Marcia Ochoa, de la Universidad de Stanford.
Ostentar un sexo
biológico, pero sentir y pensar como del sexo contrario "no es una
enfermedad, sino un trastorno de la identidad sexual, pero es muy
doloroso; por eso, ellas y ellos buscan la reasignación de sexo",
acota la sexóloga venezolana Aminta Parra. Aparte, "es más común de
hombre a mujer".
No se trata
únicamente del deseo de ser del sexo opuesto por ventajas culturales
y sociales, especifica la médica Morella Bouchard, sino de vestirse
con ropas del sexo opuesto, tener los roles sociales del sexo
opuesto, sensación de desagrado con las características de tu sexo
biológico (hacia la erección o la menstruación, según sea el caso),
y todo eso, sin que exista una enfermedad física".
La cirugía de
cambio de sexo no implica, necesariamente, que el sujeto tendrá una
orientación sexual heterosexual, asegura Bouchard.
"Puede haber
heterosexualidad, pero también hay personas que se reasignan, y
poseen una orientación sexual homosexual".
Dar el paso
La cirugía de
reasignación de sexo no se realiza en los hospitales del país. Es
por eso que Elena Hernáiz, vocera de la Fundación Reflejos, elaboró
un proyecto para que el Estado invite a expertos en la materia, con
experiencia en otras naciones, para que enseñen al personal de salud
venezolano. "Obligatoriamente, este es un asunto de Estado", destaca
Hernáiz.
La activista
también sugiere que el convenio suscrito con Brasil para el
intercambio en el área de Medicina "permita operar gratuitamente a
las personas que lo necesitan".
Igualmente "se
podrían firmar acuerdos con embajadas para crear centros
específicos".
Los hombres
transexuales pasan por un proceso más complicado, "porque son tres
operaciones: mastectomía y la modificación del sexo". Además de las
complicaciones legales para el cambio de identidad, "tenemos mujeres
que no se atreven a dar el paso para hombres porque no saben cómo
hacer con sus hijos".
(
19-08-2005 ) Pedro Zerolo se reúne en Venezuela colectivos
transexuales y GLB, estos exponen reivindicaciones
Web-. Pedro Zerolo se reunió también con la ejecutiva
del PSOE en Venezuela. Zerolo asistió a una reunión de la ejecutiva
en le sede del Partido Socialista en Caracas. Allí transmitió a sus
compañeras y compañeros el saludo del Secretario General del PSOE,
José Luis Rodríguez Zapatero, y del Secretario de Organización, José
Blanco. Tras informar sobre el primer año del Gobierno socialista,
donde Zerolo desgranó cada uno de los proyectos remitidos por el
gabinete a las Cortes Generales, el dirigente socialista puso
especial énfasis en las políticas con perspectiva transversal de
género que ha puesto en marcha el Gobierno. Asimismo informó sobre
el estado en el que se encuentra el futuro estatuto del emigrante y
recogió cuantas sugerencias y demandas expusieron sus compañeros.
Por ultimo felicitó a la Agrupación Socialista en Venezuela por el
buen trabajo realizado en la campaña del referéndum europeo y en las
pasadas elecciones vascas y gallegas.
Cuaderno de
viaje, reuniones con colectivos GLTB venezolanos y medios
Por Tamara Adrián para ésta Web-. Una
corta visita privada a Caracas entre el 7 y el 11 de agosto, se ha
convertido para los grupos y organizaciones LGTB venezolanas en una
excelente oportunidad para estrechar lazos con Pedro Zerolo y para
escuchar experiencias importantes en el ámbito de las
reivindicaciones de los derechos de las minorías sexuales, que
pueden servir a las organizaciones locales como fuente de reflexión
en su lucha por el reconocimiento efectivo de los derechos
paritarios de las personas homosexuales, transexuales y
transgéneros.
El puente con las
organizaciones LGTB lo estableció Tamara Adrián,
foto inferior derecha con Pedro y Jesús, quien organizó para
Pedro una agenda bastante apretada que incluyó reuniones,
entrevistas de prensa, radio y televisión.
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El día 8 de agosto
tuvo lugar una interesantísima reunión de reflexión en casa de
Tamara, a la fueron invitados los representantes de las principales
organizaciones activistas de todas las tendencias y niveles de
trabajo, foto superior izquierda. La gran
mayoría de las organizaciones invitadas asistieron y participaron
muy dinámicamente en este encuentro. Intervinieron en la reunión el
Grupo Contranatura de la Universidad Central de Venezuela,
representado por Oliver Du Arte, Enmmanuelle Amodio y Richard
Martínez; el grupo Alianza Lambda de Venezuela representado por
Ricardo Hung; el grupo Unión Afirmativa representado por José Ramón
Merentes; el grupo Fundación Reflejos de Venezuela representado por
Elena Hernáiz y Ana Margarita Hernández; el grupo Divas de Venezuela
representado por Rummie Quintero; y el grupo Amazonas de Venezuela
representado por Gabrielle Guerón. Asistieron también otros
activistas independientes, como Jesús Ravelo, Gisella Kozak y Elsa
Bernal.
 |
En esta reunión,
foto izquierda, se trató ampliamente acerca de las
dificultades relacionadas con la obtención del reconocimiento de los
derechos de las personas LGTB en Venezuela, y se hizo del
conocimiento de Pedro Zerolo la actividad que se estaba llevando a
cabo en el país y sus actuales limitaciones. Por su parte Pedro
informó sobre el proceso que ha tenido lugar en España y las
próximas reivindicaciones que se presentarán a las Cortes, en lo
atinente al reconocimiento de los derechos de las personas
transexuales. La conclusión de esta actividad dejó claro que era
necesario crear conciencia colectiva acerca de la situación de los
derechos de las personas LGTB con la finalidad de lograr aglutinar
posteriormente las fuerzas políticas afines ideológicamente a la
defensa de los derechos de las personas.
El 9 de agosto
comenzó la jornada con una muy extensa entrevista para el diario de
tendencia socialista Tal Cual, la cual salió este martes pasado. A
continuación Pedro concedió una entrevista al diario El Mundo de
Caracas, publicada este último miércoles. En
la tarde se realizó una reunión con Heisler Vaamonde, del grupo LGBT
de la Alcaldía de Caracas, quien se había excusado de asistir a la
reunión en casa de Tamara.
El día 10 de
agosto se realizaron dos entrevistas importantes, una con Vanessa
Davies, del diario El Nacional, la cual fue publicada íntegramente
en la página web del Diario, y en extracto bastante extenso en la
edición en papel del periódico. Asimismo, Lisbeth Riobueno, del
diario Primera Hora le hizo una entrevista bastante más corta por el
formato del periódico. Siguiendo las
declaraciones de Pedro, este último diario, que no se consigue en la
red, tituló el artículo "Pedro Zerolo, un venezolano que hace
historia en lucha gay".
En la tarde tuvo
lugar una entrevista en el muy escuchado programa "Radio Global"
conducido por Elí Bravo y transmitido por Éxitos 1090 y 12 emisoras
del país. En dicha entrevista Pedro tuvo la oportunidad de
transmitir su mensaje de igualdad y solidaridad, con una interesante
repercusión a nivel de la audiencia, manifestada en llamadas a favor
y en contra de los derechos de las personas LGBT.
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Finalmente, esa
noche se presentó Pedro en el programa de entrevistas de Venezolana
de Televisión conducido por Vanessa Davies, foto
izquierda. Debido a razones de retraso de otros
entrevistados, Pedro tuvo la oportunidad de participar casi 40
minutos y explicar ampliamente el proceso que había tenido lugar en
España. Las reacciones a este programa fueron bastante importantes y
favorables no sólo en la comunidad LGTB sino además en el público en
general, que tuvo la oportunidad de escuchar argumentos sólidos y
consistentes relacionados con el otorgamiento de igualdad de
derechos a las personas LGTB.
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El día 11 de
agosto estaba pautada la participación de Pedro en un encuentro
relacionado con los derechos de las minorías sexuales organizado por
Heisler Vaamonde en el marco del Festival Mundial de la Juventud,
que en iguales fechas tenía lugar en Caracas. Sin embargo este
encuentro fue cancelado a última hora. No obstante, los activistas
presentes pudimos compartir con Pedro en las afueras de las
instalaciones de PDVSA, foto izquierda, en
las que estaba pautado en encuentro. Este encuentro informal dio
origen a una nota de prensa en el diario Últimas Noticias el viernes
12 de agosto.
C. A.
09-09-2005
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