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Su Constitución es la única de América Latina que sanciona la
discriminación por identidad de género
Deia-.
AMÉRICA Latina avanza lentamente hacia la igualdad. El jueves
el Senado argentino aprobó por seis votos de diferencia las
bodas gay, siendo el primer país latinoamericano en
reconocerlo por ley. Mientras, otro país latinoamericano,
Ecuador, presume de tener una de las constituciones más
avanzadas en este ámbito. La nueva Carta Magna aprobada en
2008 incluye el derecho a no ser discriminado por identidad de
género -la única en América Latina en recoger que la identidad
de género puede ser susceptible de discriminación-. También
garantiza "el derecho a la identidad personal y colectiva, que
incluye tener nombre y apellido, debidamente registrado y
libremente escogido". Esto significa que una persona con sexo
masculino puede adquirir un nombre femenino y viceversa.
Una de las grandes promotoras de estas conquistas alcanzadas
por Ecuador es Elizabeth Vásquez, foto, abogada y activista
transfeminista, que ha estado recientemente en Bilbao para
explicar la lucha del colectivo trans en el país sudamericano.
El proyecto que ella integra es "una propuesta política sobre
fortalecimiento de la identidad trans estructurado en tres
principios: transfeminismo, interculturalidad y subversión
desde dentro o uso alternativo del derecho", explica. Vásquez
es fundadora del Proyecto Transgénero, corredactora de la ley
antidiscriminación y asesora de la Asamblea Constituyente.
También redactó las reformas al Código Penal para sancionar
los crímenes de odio por identidad de género, que no sólo
castiga las agresiones verbales, físicas y asesinatos
inspirados en la intolerancia, sino que, además, castiga a
quien, motivado por prejuicios, prive a los ciudadanos de
servicios y derechos.
Subversión desde dentro Apoyados por el movimiento indígena de
Ecuador, los transexuales lograron que la nueva Constitución
permitiera el cambio de nombre en el documento de identidad.
Todo un logro que Vásquez ha usado para crear lo que ella
denomina "paradojas jurídicas". "Como resultado puedes tener
una persona con un nombre femenino y sexo masculino y
viceversa. Esto lo usamos políticamente para generar un
matrimonio entre una trans femenina y una mujer, es decir, un
matrimonio lésbico real", explica. "Este matrimonio pone al
juez y a la institucionalidad en una disyuntiva: si acepta
casar a la pareja, valida un matrimonio lésbico con un acta de
matrimonio que dice que señora de tal está casada con señora
de cual; al revés, si se niega el matrimonio lo tiene que
hacer alegando que la chica trans es mujer, entonces valida lo
trans. De todas formas la institucionalidad sale perdiendo y
nosotras ganando", concluye. A esta paradoja Vásquez la
denomina "subversión desde dentro", una subversión dentro del
derecho que "va minando las estructuras patriarcales del
Estado".
La lucha trans en Ecuador es una lucha por los derechos
colectivos y por los derechos callejeros. "No es la visión
sólo eurocéntrica de lo trans como una identidad personal, en
Ecuador tiene mucho que ver con comunidades colectivas". Un
ejemplo de esta colectividad es la Casa Trans, convertida en
un centro de encuentro social, cultural y político. Creada en
2006, fue la primera propuesta de reivindicación del derecho
de las personas trans a una vivienda digna y al derecho de
alquilar un lugar sin sufrir discriminación. "Tal es la
situación de privación del derecho a la vivienda que hay
grupos de trabajadoras sexuales que viven cuatro o cinco trans
en un cuarto de un hostal. Ahí surgió otra batalla, la del
derecho al uso del apellido cultural, que no es otro que el
nombre del hotel, que las chicas asumieron como su propio
apellido. Es una cosa súper bonita donde se crean familias
alternativas", comenta Vásquez.
Precisamente, la lucha del Proyecto Transgénero comenzó con la
defensa de los derechos de las personas que ejercen el trabajo
sexual en la calle. Fue en 2002 a través de la Patrulla Legal.
Desde entonces, siete patrullas han recorrido las esquinas y
madrugadas de Quito, para prevenir abusos contra las personas
transexuales. Al mismo tiempo se estableció un diálogo con
policías a los que ofreció capacitación. El resultado: una
disminución de los abusos policiales, un mayor respeto al
trabajo sexual callejero y una negociación sobre los espacios.
"Aquí se está planteando un tema de identidad cultural,
colectiva, inclusive ligada a mestizajes y a temas indígenas",
explica Elizabeth Vásquez. La activista pone como ejemplo el
caso de la región de Manaví. "La cultura anterior al contacto
hispánico tenía una enorme flexibilidad de género y cuando se
produce el mestizaje se crea una identidad travesti moderna
que no se encuentra en otros lados del país".
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C.
A. 19-07-2010
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