Yliana Sánchez, directora de la
revista BSTCTRANSEXUALIDAD. IGNORANCIA, NEGOCIO Y CONSECUENCIAS
La
identificación en toda operación psíquica del individuo es la responsable de
la organización de la identidad de género y en estas operaciones se incluyen
las percepciones externas, de tal manera que «mundo interno» y «mundo externo»
son una estructura indefectible.
Ahora
bien, si la identidad de género del individuo coincide con el concepto
establecido como imagen asociativa que ha de percibir quien observa, entonces no
existe distorsión en la conciencia. Pero dentro del contexto que venimos
expresando, ha de tenerse en cuenta que la identidad de género de las personas
no necesariamente tiene que coincidir con la imagen física establecida
socialmente para tal fin en lo referente a “hombre/Mujer”. Por tal motivo
decimos que la raíz de tal patología pudiera estar encerrada en un fenómeno
de coordinación perceptual solidificada en el tronco mental social mujer/hombre
y no transexual por ejemplo, en su intento de expresión particularizado. A esta
“forma mental” patológica social incapaz de actualizar su memoria para
derivar en un rechazo catártico la denominamos «TRANSFOBIA».
Lo diré de otro modo.
Cuando usted y yo miramos un objeto podemos coincidir en muchas cosas, pero
cuando usted me dice que ese objeto no le satisface plenamente me dificulta toda
comprensión porque ya no hablamos del objeto, habla usted de un paisaje interno
que tal vez no coincide con el mío. Bastará con que de un paso más para que
intente imponerme su paisaje. Mida las consecuencias que han derivado de ese
hecho.
Después
de décadas de intentos, los psiquiatras han tenido que admitir su derrota
frente a este dilema. En todos los años que en que la psiquiatría ha intentado
“curar” el transexualismo, ni un solo caso ha respondido positivamente y de
forma permanente.
En el año de 1950, el pionero psiquiatra y endocrino Dr. Harry Benjamín decidió aplicar ambas de sus especialidades al tratamiento del transexual. Si la mente no podía cambiar para adaptarse al cuerpo, razonó, entonces el cuerpo debería ser cambiado para adaptarse a la mente.
Con un
previo test al que aún se le denomina “test de la vida real” «Real Life
Test» (RLT). Durante un periodo de dos años aproximadamente, el supuesto
transexual deberá observarse si está capacitado para adaptarse al molde social
establecido, roles establecidos, comportamientos establecidos, respuestas
establecidas, imagen establecida, vestuario establecido…
Este
test es muy curioso, además es gracioso. Afortunadamente ya no se cree tanto en
él a la hora de contrastar su efectividad.
El RLT
no tiene en cuenta en que tipo de sociedad pretende germinar el transexual, en
que forma mental social va a ser testado. No es por lo tanto igual ejecutar ese
test en Holanda, entre otros, que en España, como no es igual ejecutar ese test
en una sociedad evolucionada y liberal que en una sociedad reprimida
sexualmente, la misma que le niega hoy, como le ha negado tiempo atrás su
evolución.
La
pregunta que ahora barajamos es (sin dejar al margen sus derechos
constitucionales) si las personas tienen que mostrarse como se experimentan
ellas en sí mismas (Hablando de identidad de género) o tienen que mostrarse
como quieren los demás que se experimenten. Porque si esto es así nos
enfrentamos ante otro fenómeno de capital importancia.
Pudiera darse el caso de que muchas transexuales, incluso lleguen a modificar, entre otras cosas, sus genitales para ser aceptadas por una sociedad distorsionada, heteromonopólica y por ende discriminadora
Posiblemente
en este país, algunos «profesionales» de la CRS que abordan estas cuestiones
y sus estructuras malinformadas pudieran estar tentados a bloquear estos
planteos que venimos exponiendo. Malinformadas decimos porque no puede ser
posible que de repente dichas estructuras tengan la suficiente experiencia como
para acometer estos procesos tan complejos sin protocolo médico sobre
transexualidad y sin ley que la proteja. A no ser que estén experimentando con
seres vivos hasta encontrar la técnica adecuada mientras se legisla todo esto.
La misma técnica que ya se utiliza en los países anglosajones, entre otros,
desde el año 1980.
En
España concretamente, solo por cada operación de CRS experimental, por
ejemplo, se embolsan alrededor de dos millones de pesetas y sus correspondientes
colaboradores lo propio que imponga el caso. ¿Pero se está solucionando
realmente el problema global del transexualismo?.
Las
operaciones de CRS ni solucionan ni han solucionado nunca el fenómeno
transexual completamente. El fenómeno transexual se soluciona poniendo en juego
a sexólogos psicoanalistas y todo el personal medico que sea necesario para
abordar de forma integral estas cuestiones, pero al mismo tiempo, estos
profesionales tienen que estar plenamente cualificados y acreditados para tal
fin, como para una correcta normalización tiene que estar informada la
sociedad, a su nivel, de lo que estamos explicando.
Hemos
distinguido en otra ocasión entre el sufrimiento físico y el sufrimiento
mental. El primero puede ser combatido y cada vez con mayor eficacia según
progrese la ciencia y la civilización. El segundo a medida que avance la
autocomprensión del Ser Humano.
L@s
transexuales, ignorantes del telón de fondo que les rodea, pagan a
pseudoprofesionales de la transexualidad para que les conviertan su cuerpo
acorde con el género que reclaman ¿Pero ese cuerpo lo quieren ciertamente o se
lo impone la sociedad en que viven?. He aquí el hito de tremenda importancia
que aparece a la hora de estudiar transexualidad de la forma integral que
venimos mencionando.
Una de
las imposiciones sociales más evidentes a este respecto se descubre al observar
que el DNI (Documento Nacional de Identidad) no será modificado en las personas
transexuales hasta haber pasado por un médico forense que atestigüe que dicha
persona transexual ha sido sometida a una ablación de sus genitales.
¿Algunos de ustedes
personas «normales» están libres de conflicto interno?, ¿O reconocen ese
conflicto como prueba necesaria, como sufrimiento indispensable para ganar su «normalidad»?.
¿Es que alguno o muchos de ustedes les gusta el sufrimiento?. Si es así ¡Cuidado!,
cuidado porque podría ser que quisieran trasladar ese dolor a otros para
purificarlos. Ya hemos tenido experiencias anteriores, inquisiciones y cosas
semejantes. Pero si alguno de ustedes, personas «normales», no quisiera el
dolor para sí ni para otros ¿Será suficientemente tolerante con aquell@s que
no deseen ser «normales»?.
Es
necesario que la corriente médica y las entidades políticas adviertan que
mientras no exista protocolo médico, ley y vía de integración social;
mientras no exista otra dirección que la de quedar abandonad@s a los desiertos
emocionales o prostituirse, prostitución pagada por la misma sociedad que la
dirige. Mientras la tendencia sea la de apuntar hacia la ampliación de esa
reacción en cadena lucrativa que viene desarrollándose, la transexualidad
pasará a ser el nuevo pozo negro de desgracias que sirvieron como experimentación
para el enriquecimiento de unos pocos o muchos sin la más mínima-conciencia.
Por
otra parte, las entidades políticas (no sé si les interesa), tendrían de una
vez por todas que frenar y prohibir de inmediato toda práctica médica que no
cumpla con los requisitos de un personal cualificado, reconocido y acreditado
como tal en todos los sentidos.
Con un
ejemplo de otro nivel, puede entenderse todo esto de la siguiente manera: Por
una parte tenemos a una sociedad que dicta e impone el tipo de zapato que hay
que ponerse y por otra parte, al cirujano que ha de “empotrar” nuestro pie a
ese zapato. Tal vez todo sería más constitucional y humano si se permitiera a
cada uno elegir el tipo de zapato que desee conforme a su pie.
Como
se advierte, el transexualismo abarca muchos otros factores. No es simplemente
una CRS la que soluciona estos problemas. Deberemos hablar entonces de una
solución integral, donde se aborden otros elementos que como hemos explicado,
no solamente implican a la persona transexual.
Sucede
sin embargo, que en esta altura histórica se suele esperar respuestas
inmediatas a los problemas sin haberlos comprendido ni medianamente. Una
sociedad exitista que busca resultados inmediatos sin atender a la comprensión
no puede lograr más que la acentuación de los conflictos y dolores, unos
resultados inmediatos que en lugar de rejuvenecer a la conciencia robustecerá
el antiguo tronco de la forma mental ya elaborada.
Uno de
los factores de estudio más significativos serán sin duda los roles
establecidos sobre el comportamiento mujer/hombre. Roles que se han
cristalizado, solidificado en la sociedad de tal manera que resulta
tremendamente difícil dar el paso necesario a la comprensión sobre la
posibilidad de características cruzadas globales perfectamente aceptables para
su inclusión en lo referente a una convivencia social, pero ya normalizada.
Un
ascenso en el escalafón sobre el fenómeno perceptivo del transexualismo se ha
conseguido al ser considerado ahora por algunos profesionales como trastorno.
Una alteración de la salud que no reviste gravedad. Pero habrá que estudiar la
salud de quién estamos hablando. Puede darse el caso que los parámetros con
que medimos la normalidad salúbrica de las personas (en este contexto) estén
ya obsoletos en su mayoría, de ahí su variedad en el tiempo o de generación
en generación.
De
manera que a la hora de encuadrar la transexualidad habrá que encuadrar simultáneamente
(sea en trastorno o patología) a la sociedad en que vivimos, a los
“sin-conciencia” descritos y a los responsables políticos que regulan tales
hechos.•••
Yliana
Sánchez
Directora de la revista BSTC