Mi vida es un error. Un error infinito y constante. Pero doy las gracias por mi vida. Quiero dar las gracias a quien me crearon, por darme la vida.
Por ese esfuerzo absurdo de traerme al mundo.
Puedo notar como todo está desintegrado a mí alrededor. Como se me escapa la vida entre los dedos de mis manos como si fuera arena de playa.
Tu también te escurres entre los dedos de mis manos.
Conozco un millón de maneras de torturar a una persona y ahora las estoy aplicando todas sobre mí porque ya nada me duele. He superado la sensación de dolor.
Ya no estoy triste ni contenta, ya no me rió ni lloro, es posible que esté en un estado superior de cosciencia o inferior, todavía no lo sé.
He dejado de ser tibia para irme a los extremos. No sé mantenerme en esa zona tibia donde todo el mundo aprende a vivir, en esa zona donde te puedes mantener cuerda y rodeada de personas, esa zona que te hace igual a todo el mundo, esa zona donde tienes un montón de amigos, de familia, de compañeros de trabajo, de conocidas.
Donde se tiene un jefe, un dentista un panadero, un coche, un televisor, una mujer, un hijo, una casa, un cuarto de baño, un par de zapatos, un domingo en el campo, un plato de sopa, un polvo los sábados por la noche, un diploma colgado de la pared, un despacho con vistas al tráfico, un vecino que no te deja dormir, un montón de discos viejos, un cáncer que te come por dentro, un funeral pagado con creces, un cielo que no creías que existiera.
Donde alguien en alguna ocasión, te da un beso.
Todo eso nunca lo tendré porque no sé mantenerme en esa zona tibia donde todo el mundo aprende a vivir.
Ahora vivo en los extremos.
Antes ya estaba en los extremos, pero no lo sabía y por eso dejé de apoyarme contra la pared y di un paso hacia delante, porque pensé que podía mantenerme en la zona tibia. Qué podía desprenderme de mis miedos y de mis tristezas y de mis paranoias y mantenerme tibia.
Pero no.
Ahora me he dado cuenta. Después de probar lo otro.
Ahora soy un cuerpo con la suficiente vida para estar viva, pero nada más. Puedo estar, pero nada más. Puedo bombear un poco de sangre tibia, pero nada más. Puedo ver lo que me rodea, pero nada más. Nada más. Ya nada más.
¡Pasen!
¡Pasen y vean el gran espectáculo de mis recuerdos!
¡Pasen y vean la historia de una mujer que no fue feliz!
¡No se pierdan la vida de esta transexual!
Estoy vacía. Completamente vacía. Pero me lo tomo con ironía. Prefiero hacer un chiste fácil que escuchar el eco de mis palabras dentro de mi pecho.
Venga ábrelo …y ahora grita algo, lo que se te ocurra.
Eso es todo lo que tengo dentro del pecho. Un montón de nada. Y no pienso volver a llenarlo de todo.
Me rindo.
Esta vez va en serio. Las otras veces sólo fueron pequeñas batallas perdidas.
Esta vez he perdido la guerra o a lo mejor no he perdido, si no que yo me he rendido.
Sin ningún motivo o quizás, seas tu. No lo sé.
También puede ser que yo me haya cansado.
Ahora renuncio a todo. A todo lo que me hace ser yo misma.
Vuelvo al lugar de donde nunca debí salir. Vuelvo a mi cueva secreta. Porque allí no le podía hacer daño a nadie, ni nadie podía hacerme daño a mí.
No tenía que enfrentarme a nada ni a nadie, solamente mi soledad me enfrentaba a mí misma.
Peleas a muerte contra la locura, el miedo, la tristeza, la desidia, la desilusión, la paranoia.
…Y como única arma tenía una mente imaginativa.
…Y como única armadura una camiseta, unas bragas y un montón de sudor. A veces venían los ángeles a sostenerme.
Así pude ganar muchas peleas. Pero no todas.
Ahora, por querer salir de mi cueva secreta, he perdido la última pelea. Ya no habrá más peleas. Como tampoco habrá más ángeles que me sostengan.
Vuelvo a mi cueva.
Esto es una despedida definitiva. Me despido de mi familia. Siempre fui una niña buena, ya lo sabéis (aunque para vosotros fui un niño). Pero ya sabéis que fui una niña alegre y simpática.
Me despido de mis amigas. Fue divertido mientras duró.
Ya sabéis a lo que me refiero. A las borracheras, a las risas, a las charlas estúpidas, a las noches sin dormir, a las canciones y a Internet.
Todo eso dejó de divertirme un día. Y a vosotras dejé de divertiros yo.
Al final no fue divertido para nadie.
También …me despido de ti.
Eres la única persona de quien no quiero despedirme. Pero ahora ya se ha acabado todo. Cuídate, pronuncia mi nombre alguna vez y escóndete de las bestias.
Ahora ya no me sostienen los ángeles. Me escurro entre sus manos sudadas. Mi cuerpo pesa demasiado, aunque tampoco hago nada para que me sostengan. Me dejo caer.
Esta historia se ha acabado.
…Esta mañana me he despertado y he sentido que te quería. Sí, te quería. Mejor dicho, te quiero.
Pero tú no me querías. No me quieres. Nunca lo hiciste.
Esta mañana me he despertado y lo he visto todo claro como el agua.
He visto que todo ha pasado y que todo vuelve.
Esta mañana me he despertado y me he dado cuenta de que la vida de una mujer como yo es una puta mierda. Así de claro, como el agua. Con todas sus palabras. Una puta mierda.
Pero también me he dado cuenta de que si no estás, no es tan puta, ni tan mierda, es una puta mierda elevada a un millón. A un millón de conversaciones, a un millón de alientos, a un millón de risas.
María.
Mariacarla