Cuando nos unimos a alguno de estos foros la mayoría de nosotras lo hacemos en busca de comprensión y ayuda.
- Simplemente, nos encontramos con un problema, algunas con años de más, o con el arroz pasado, y queremos resolverlo, encontrarnos a nosotras mismas, que no es poco. Desde el tiempo que llevo en esta casa que nos ofrece Carla he visto de todo, aunque algo me ha llamado la atención y quizá Kim lo interprete correctamente: las que han resuelto el problema, con o sin operación, pero han llegado a un grado aceptable para ellas como mujeres, van espaciando sus intervenciones, desligándose consciente o inconscientemente de estos foros, porque ya hacen una vida normal, acorde con su identidad de género.
- En mi caso, y me imagino que en el de muchas, no nos importan las etiquetas, sino resolver nuestro problema. Si se trata de s-h-b, o de transexualidad a secas, es algo que quizá sirva para tranquilizarnos, para saber que no estamos locas. Caer en fundamentalismos histéricos, cuando científicamente no podemos estar seguras de la causa de por qué somos como somos, sólo indica una falta de madurez y de respeto increíble.
- ¡Ojalá todo fuese más sencillo! ¡Ojalá la transición fuese algo tan simple,
y socialmente aceptado, como una operación de apendicitis. Lamentablemente la realidad a la que nos enfrentamos es otra muy distinta, aunque se ha avanzado bastante.
- ¿Merece la pena perder el tiempo y esfuerzos en los fundamentalismos intransigentes? Todas tenemos un problema, aunque le llamemos de mil maneras, cada una lo vive como puede, en mi caso soy tardía, pero cuando tenía 15 años ni sabía que existía la transexualidad, ni el s-h-b, simplemente era diferente y lo ocultaba, de no haberlo hecho quizá ni estaría viva. Repito ¿tiene importancia el nombre, o pertenecer a una secta estricta? Lo importante es la solución, el problema ya sabemos que existe, aunque algunas crean que sólo ellas tienen el problema y las demás somos aficionadas.
- Besos sin discriminación, sin fundamentalismos.
Tengo cien excusas para abandonar, pero. . . ¡una razón para seguir!
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