Estoy aquí sentada,
en una tarde amarilla de sol,
de brisa tranquila y calmada,
de olores a jazmines y a salvia,
con el trino de las aves
y la risa de los niños,
y la tierra bajo mis pies
y el sabor del membrillo.
Es una tarde de primavera
aunque estamos en invierno,
pero el sol de Andalucía
no se apaga ni en Febrero,
engañando a mariposas y orugas
y a las flores en el huerto.
Y miro mi sombra en el suelo
mientras te escribo poemas de cuentos
pensando qué feliz podría ser
si estuvieras a mi lado
y no sólo en mis recuerdos,
si fueras algo más
que sombras de pensamientos,
si pudiera extender mi mano
y hallarte por las noches
entre las sábanas de mi lecho,
si pudiera apoyar mi cabeza en tu hombro
y olvidarme de los recuerdos,
si el sol que me ilumina a mí sólo
pudiera iluminar ahora la magia de un encuentro,
si este olor a jazmín, a rosa y a dondiego
quedara oculto por el olor de tu cuerpo.
Pero están cayendo las sombras,
el viento se hace más fresco
y las hojas de los árboles murmuran
y me despiertan de mi sueño
y entonces mi corazón comprende
que, aunque te llevo muy dentro,
lo cierto es que estás lejos,
muy, muy lejos
y a la vez te siento tan cercano
que me corta hasta el aliento.
Isabel R.S. (11 Febrero 2006 17:39)
Besos
XX