Este poema va dedicado a la mujer que amo, que es la mas maravillosa de las que hay en la tierra, y la amo con toda mi alma......
AY, qué dolor tan grande
de espinas clavadas en el pecho,
de espinas duras de zarzales!
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre!
¡Ay! Qué pena no encontrar
la piedra dura dura
y el ramito de amargura
de los cuentos de antes,
para que alivien este dolor
que el pecho me parte.
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre!
¡Qué dolor, madre mía,
qué dolor no poder
volver a ser un niño,
para apoyarme en su pecho
y quedar hasta quedar dormido!
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre,
no poder llorar
hasta quedar rendido!
¡Ay, qué dolor tan grande
de espinas clavadas en el pecho,
de celos que me torturan
y encuentran cobijo
en mi corazón deshecho!
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre!
¡Ay, qué dolor tan grande
de espinas clavadas en mi pecho,
de espinas duras de zarzales!
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre!
Deje que me lleve el río,
que las frías aguas me arrastren.
¡Ay, qué dolor,
qué dolor, madre!