por Kim Perez » Mar, 18 May 2004, 09:37
Creo que es una de las historias que vamos a recordar, meditar y desmenuzar como centrales dentro de nuestra cultura trans.
Es una historia tocada por una belleza trágica desde su principio. El niño accidentado, los médicos que se lanzan sobre él, "por su bien", las teorías, la vida insoportable, la muerte.
No me atrevo casi a decirlo, pero no es una muerte inútil: hace ver algo. Hasta qué límite fue su vida insoportable.
Saco de ella una conclusión: también proclama la autonomía de las personas en cuanto a las cuestiones de género, tan sutiles. Que cada cual decida por sí. (Ayer lei tu biopic, Shangay; tu identidad es justamente sutil y tus decisiones también, exentas de la sumisión a cualquier modelo externo, a cualquier catálogo de géneros)
Que no le reconozcamos a nadie autoridad para decidir por nosotros. David fue reasignado médicamente sin contar con su voluntad. El movimiento intersexual, hoy, pide que la asignación sea reconocida como un derecho de quien vive la intersexualidad. Lo mismo debe decirse de las personas trans: que cada cual tenga reconocido el derecho de vivir a su manera, como pueda y como quiera.
Temo no haber sido lo suficientemente respetuosa que merece la muerte de David, pero también me parece que hablar de su vida y su muerte es la consecuencia más lógica de ésta. Descanse en paz.
Kim