Despierto sobresaltado, es muy temprano y la explosión hace que salte de la cama. Pensando que puede haber sido bajo a la calle presa del sobresalto, camino los escasos metros que separan Mariano de Cavia de la calle Tellez. El humo sube al cielo, envolviendo y protegiendo el alma de los caidos. Las personas se agolpan alrededor de los trenes tratando de salvar a los heridos. Esa es la primera imagen que tengo y la que más recuerdo. Ahora, atras quedán mis miedos, mis angustias vitales, nada es ya lo que era después de ese día. ¿Cuándo ves a la muerte cara a cara todo cambia? Si. Te aferras a la esperanza de seguir aqui, pero tu pensamiento esta con ellos, con 202 anónimos ciudadanos, piensas; en sus sueños rotos, en sus fustrados anhelos, en sus canciones favoritas, en sus familias y en aquello que les mataron ¿Porqué? Observo la estación, esta destruida, ayudo a sacar heridos y durante ese rato aprendo que de nada sirve lamentarse, que nunca sabes lo que puede pasar. Aun siento la temblorosa mano de esa mujer, se aferra a mi y a mis palabras, parece que yo fuera su mesias y solo soy un hombre. Yo hablo y ella no me escucha, no me mira, solo llora mas dolida por el terror que por sus heridas, sus sollozos aun anidan en mi cerebro. Al cerrar los ojos la veo, aun no tuve fuerzas de visitarla en el hospital.
No se si sentirme humano, ojala fuera otro animal incapaz de odiar. Pienso en quienes lo hicieron y mi alma se queda en blanco, no imagino que ellos tengan, madre, hermanos o novias. Palidece en mi el desden habitual que acompaña mi vida, miro los trenes esperando el mio, levanto la vista y veo ese anden, otrora repleto de sangre, dolor y muerte, hoy habitado por las almas de los que no estan. Alzo mi mirada para recordar a sus familias, amigos, a nosotros; pues en mayor o menor medida ellos somos todos, pues a todos nos pudo pasar.
Escribo en recuerdo de esas 202 personas asesinadas con el gesto más cobarde, por la espalda, sin permitirles lo que ellos tendrán, derecho a defenderse. Escribo para los 1500 heridos que sufren en hospitales o en sus casas la consecuencia de la locura, también lo hago por las familias de todos, porque languidecen en su sufrimiento pensando en los muertos o en las heridas de los suyos. Por último, escribo por nosotros para que entre todos hagamos un mundo mejor donde esto no ocurra, donde el odio y la barbarie no derroten al amor y el respeto. Un mundo donde nadie sea maltratado o asesinado por ninguna razón.
Por un mundo donde todos los seres humanos seamos eso, simplemente humanos.