Queridas/os amigas/os de estos foros nuestros (y de todo el que quiera entrar y disfrutarlos)quiero compartir con vosotras/os un poema (aún inédito) que creé en su día en rebelión y repulsa por gobernantes carentes del más mínimo sentido del deber, sentimiento o decencia humanos hacia colectivos, como el nuestro, tan relegado y vapuleado.
No sé de cuántos renglones dispongo (perdonadme por ello), soy nueva en estas lides. Gracias.
Padre Estado que niegas
el amparo a tus hijos:
inocentes criaturas
temblando ante la luz
de miradas umbrías.
Aunque te muestres sordo
nuestros viejos clamores
romperán tu coraza.
¡Qué vergüenza dará
el pasear desnudo
delante de las puertas
que cerrará tu pueblo!
... Y un solariego escudo,
del caserón más noble,
caerá junto a tus pies
prohibiéndote el camino.
El poder se hará herrumbre
Y roerás tus inquinas
hermanado a las ratas.
El buen padre reparte,
de su amor fecundado,
las nutricias semillas
que crecen a la vida.
Crecer redondamente
los muchos y los pocos,
los echados a menos:
espigas de armonía
hermoseando los campos.
De tu saco tan roto
puedes obrar prodigios.
Inflamas las españas
de paternal cortejo y luego,
cual la copla que exige tu apellido,
se vuelve un mar de hielo tu memoria.
No quiero interpretar
como si un sueño oscuro
me estuviera avisando
del despiste o la usura,
que no pueden tus manos
abrazar el remanso
de bocas que te impetran
sin causarte una lágrima.
Hogazas de tu carne
y de tu sangre, copa,
que bebes a raudales
sin notar ni sentirte
los labios manchados.
Quizá te llegue el día
en que viejo y caduco,
como fugaz que eres,
necesites cubrir tus pies adormecidos
y mendigues calor
de tus infaustos niños,
que abordaron la vida
sin consejo ni aliento.
Algunos gatearon
sangrantes a la cima y otros,
intrépidos apátridas,
bucean en las fauces de la tierra.
Entonces no te duela
morirte en tu conducta.
¡Nunca te fallaremos!
Y verás tus heridas
sanar con los estigmas
de nuestro cuerpo.
Alelada amapola
que apresura su hora
para pintar los cielos.
¡Vaya amargo extravío
el crecer sin tus mimos,
tus cuentos y tus dichos!
Sellaste nuestra boca
para impedir mil salvas a tu nombre.
La cuna de tu canto
no ha mecido mis noches de tinieblas
ni bajaste la luna,
protectora medalla
descansando en mi pecho.
Mis juegos y mis sueños
no han cambiado en el fondo,
pues me quedé sin fondo
de mirar en el fondo
donde esperaba hallarte.
El agua más tardía
ha aclarado mis ojos...
Pero aun viendo en exceso
no consigo avistarte.
Como el hijo del humo
te esfuerzas en huirte,
aunque dejas un rastro
que lleva a cualquier zorro
a tu escondite.
Padre Estado no pintes
-torpe trazo de tiza-
quimeras infantiles
sobres rostros adultos
que siguen desencándose.
Testamento tardío
que en la historia y el tiempo
tendrán sus correcciones,
y arrastrarán tu mano
hacia un papel en blanco.
No quiero más herencia
que un poco de justicia
de la mucha que debes.
Apuesto que la tienes
replegada en las alas
y se vuelve paloma
besándonos la frente.
Padre Estado ante el fuego
de una casa vacía,
tapiada a la alegría;
donde crecen las zarzas
hasta arañar el sol...
Seguro que te aíslas
afincado en tu isla
pensando que tus hijos
renegaron de ti.
Como perlas leales,
lloviendo cada día,
te cubren de caricias
sin buscar tu favor.
Fin
Tatiana Sánchez Mansilla