Queridas compañeras y compañeros,
Hoy voy a hacer una cosa que no tiene que ver directamente con la transexualidad, aunque me siento orgullosa de que sea una transexual quien la haga.
Como sabéis, soy de Granada, hoy es 31 de marzo de 2010, y el 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos firmaron en la Alhambra el Edicto de Expulsión de los Judíos, poco menos de tres meses después de conquistar la ciudad y unos seis meses antes de que empezara la conquista de América, todo lo cual fue un desastre para la paz humana.
En esta historia, yo sé que se da la circunstancia de que soy descendiente de cristianos, judíos, musulmanes e incluso aztecas y como todos están vivos en mis venas, pienso que algo tendré que hacer, aunque no sea mucho.
El recuerdo de este desastre se mezcla con el temor de otro que se está produciendo ahora mismo, y que puede envolvernos a todos, que se puede representar por Jerusalén.
No creo que sirva de nada, al contrario, buscar quién tiene la culpa. Todos los humanos somos capaces de hacer barbaridades, no sólo las religiones, como suele decirse en este caso, sino las filosofías, incluso las liberadoras, como el terror durante la revolución francesa o el del comunismo soviético. Todos hacemos estragos, y me parece realista pensar en un espíritu del mal que nos envenena.
En resumen, hace unos días, se me vino a la cabeza pensar que, por lo menos las religiones que nos consideran hijos del mismo Dios, lo que no han hecho en Jerusalén es ponerse a rezar juntos, aunque sólo sea un momento, y aunque cada cual se vuelva a su casa a continuación.
Y ayer, la víspera del 31 de marzo, lo que se me ocurrió fue que la mejor manera de recordar aquel desastre, sería subir a la Alhambra, ya que la tengo cerca, y rezar con quien quisiera por Jerusalén, convirtiéndola en lugar de oración en común, en Granada, que ya fue el lugar de un desastre, antes de que se produzca un desastre todavía mayor, y mayor del que se está produciendo ya.
En fin, que hoy 31, desde las doce y cuarto o doce y media, porque antes no puedo, espero estar en la Alhambra, y rezar por Jerusalén, que ya sé que me acompañarán moralmente, desde varios lugares del mundo, algunas personas, judías, cristianas, llamamiento que llega a personas no creyentes y musulmanas, y especialmente me alegraré mucho si alguna puede estar conmigo.
Espero, dentro de un rato, contaros cómo ha ido todo.
Kim